lunes, 12 de julio de 2010

125. La Roja


Ya está. Ya parió la burra. Al fin. España es Campeona del Mundo de Fútbol. Se dice pronto, pero ha costado casi un siglo conseguirlo (el primer Mundial data de 1930 en Uruguay). Atrás quedaron los fallos y cantadas de unos cuantos. Los goles que entraron y no nos concedieron, las caras rotas, las decisiones arbitrales que siempre nos servían como triste consuelo para volver a casa con la valija cargada de excusas. Ya no somos esos que juegan como nunca y pierden como siempre, los que casi esto, casi lo otro. Ya somos unos triunfadores de los que podemos mirar por encima del hombro, de los que no tienen que desviar la vista hacia otro lado, de los que podemos permitirnos no cambiarnos de acera frente al poderoso mastodonte que nos apartaba una y otra vez de la senda del triunfo. Ya podemos contestar a los soberbios turistas que nos vienen narrando sus éxitos patrios y dando lecciones de sus adelantos, que nosotros tampoco nos quedamos mancos. Que no solo somos triunfadores en tauromaquia, charanga y pandereta. Que también sabemos jugar al fútbol tan bien como para que al final de la contienda podamos entonar el “We are the Champions” con un inglés cada vez más digno. De igual modo que escribimos algunos de los libros más importantes de la historia, pintamos las obras de arte más geniales de cuantas se han parido o ponemos sobre la mesa adelantos médicos que han permitido alargar lo más valioso que tenemos, la vida, un puñado de años.

Lo consiguió un grupo de jóvenes que a priori tienen pinta de buena gente. De futbolistas que parecen chavales con algunos valores y no solo se preocupan por el engominado de su cabello y la próxima campaña publicitaria que protagonizarán. De hecho, el jugador que marcó el gol de la final si de algo no puede presumir, afortunadamente, es de ser un icono publicitario de esos que anuncian perfumes masculinos en tanga. La diana que nos aupó al título la hizo un tipo normal, que balbucea cuando habla, de los que pasaría desapercibido en cualquier sitio y a buen seguro recibiría más de una colleja en su instituto. Como la mayoría de los chavales que componen esta selección histórica. Cada uno hijo de su padre y de su madre. Catalanes, vascos, madrileños, aragoneses, canarios, manchegos, castellanos, andaluces, navarros, valencianos, asturianos, todos a una como Fuenteovejuna. Unidos por un mismo sueño, una misma causa. Consiguiendo en apenas un mes de partidos mucho más de lo que ha logrado nuestra clase política en miles de años. Unir diferencias, no consagrar peculiaridades a partir de exclusiones. Del yo soy yo porque soy distinto a ti. Cada uno es libre de sentirse lo que quiera. Incluso de no sentirse español. Eso es tan absolutamente respetable como sí sentirse. Lo incongruente sería, verbigracia, que un jugador de la Roja no renunciara a formar parte de la misma si no sintiese los colores. A este respecto más de un contumaz imbécil criticó el hecho de que algunos de los jugadores catalanes pasearan la señera por Sudáfrica. ¿En qué quedamos? ¿Acaso no se pretende con insistencia –a mí particularmente no es algo que me quite el sueño– que los catalanes se sientan españoles? Entonces, mientras no se indique lo contrario, la señera, bandera catalana, es absolutamente legítima por representar un pedacito de España. Digo yo. Y no quiero ponerme ahora en plan patriota de esos que presumen de morir por su país. Personalmente solo moriría por las personas que quiero. Eso de perecer por una nación se me antoja demasiado difuso, da pereza y suena a timo de la estampita. Respeto los sentimientos de pertenencia a un lugar siempre y cuando no se nieguen a los alimentos de sumar, de incluir, de dejarse contagiar por lo mucho y bueno que puede venir procedente de otros lares, de no anquilosarse y ser receptivos a los cambios. Lo del nacionalismo ya son palabras mayores. Suena intimidatorio y acostumbra a reservar el derecho de admisión a su causa, lo cual ya no me agrada ni medio pelo.

En las últimas semanas han aparecido españoles de debajo de las piedras que se han atrevido orgullosos a exhibir una camiseta, una bandera en el balcón o una bufanda en su automóvil. Sin complejos, sin sentimiento de culpa, sin necesidad de pedir perdón, sin temer que les llamen casposos fachas. Ya no tendré, espero, que explicarle a nadie que la roja y gualda no es una bandera franquista. Que se instauró en época de Carlos III, el de “mírala, miralá, la puerta de Alcalá”, porque se identificaba macanudamente en alta mar. Algunos dirán, de todo tiene que haber en esta viña del Señor, que se trata del resurgir del rancio nacionalismo español, del aroma guerracivilista de antaño, del centralismo cavernario. Ya saben ustedes, y si no se lo cuento yo, que las medias verdades son tan peligrosas o más que las mentiras. Solo un dato: el veterano de la Roja es un sevillano que cuenta con 31 primaveras. Vamos que lo del Caudillo le debe sonar a los tiempos de los Reyes Católicos y la Guerra Civil a contienda Púnica.

Hoy he visto a mucha gente con una sonrisa en los labios. Lo cual se agradece. Es cierto que la crisis sigue azotando esta barca y no parece a corto plazo que la situación vaya a reconducirse; pero siempre nos quedará la Roja. Personalmente me bajan el sueldo y me incrementan las horas de trabajo, pero me queda la Roja y encima tengo que agradecer que esté empleado. Otros seguirán acudiendo al INEM en busca de un trabajo, pero ahora enfundados en nuestra elástica de la selección de 80 eurazos bien orgullosos. Y si además en la cola del paro nos precede un inmigrante hondureño, un chileno, un portugués o un paraguayo lo miraremos altivos, pensando que somos desempleados superiores. Dudo que en dicha cola haya inmigrantes suizos, alemanes u holandeses, pero si los hubiera u hubiese también ante estos nos pararemos con arrogancia.

Por último, una lanza a favor del presidente de la nación, al que con razón suelo atizar cera para aburrir: puesto que Zapatero tiene la culpa de todo, también será el responsable de que España haya ganado el Mundial. Digo yo.


Almasy©



QUEEN: "We are the Champions"

4 comentarios:

Sofi dijo...

El fútbol mueve masas, eso en indiscutible, pero como bien dices, en estos días muchos nos hemos sentido orgullosos de ser españoles, y es que destacamos en muchos deportes,no sólo en fútbol.
Un abrazo enorme y buen verano!!! =)

Ole ole! XD

Anónimo dijo...

Hola hace años que me siento oregullosa!Yo ya sali de España cuando pensaba que Alemania quedaba un poquitin mas lejos que de mi querida Santa Marina, a la derecha.Orgullosa de lo mio, pero de Santa Maria y todo el mundo.
El dia que ganamos el mundial,me estremecia al oir que en ciudades como Bilbao,San Sebastian, Pamplona etc. habia banderas ESPAÑOLAS. ¿Sabes en que pensaba? En los familiares de las victimas del terrorismo. ¿Que harian? Que dirian de esos valientes, que por el futbol, salian con una bandera española enfrentandose a lo que saliera.Y a ellos,por culpa de unos cobardes, asesinos, muy pocos respondian. Que terrible. Verdad es que el ser humano, es capaz de las mayores gestas y horrores.
Y me gusta mucho el futbol.
Pero ese dia me dio por pensar. la edad no perdona. Feliz verano.
Un Abrazo.

Adrián F. Vellé dijo...

Entonces, mientras no se indique lo contrario, la señera, bandera catalana, es absolutamente legítima por representar un pedacito de España. Digo yo. Y no quiero ponerme ahora en plan patriota de esos que presumen de morir por su país. Personalmente solo moriría por las personas que quiero. Eso de perecer por una nación se me antoja demasiado difuso, da pereza y suena a timo de la estampita. Respeto los sentimientos de pertenencia a un lugar siempre y cuando no se nieguen a los alimentos de sumar, de incluir, de dejarse contagiar por lo mucho y bueno que puede venir procedente de otros lares, de no anquilosarse y ser receptivos a los cambios. Lo del nacionalismo ya son palabras mayores. Suena intimidatorio y acostumbra a reservar el derecho de admisión a su causa, lo cual ya no me agrada ni medio pelo.

Y la gente no me entiende cuando expreso mi pensamiento sobre el patriotismo... QUE GRANDE JAIME, CREO QUE NO QUITARÍA NI UNA PALABRA DE LO QUE HAS DICHO

Anónimo dijo...

Hola Jaime:
Esta semana tenia yo un poco morriña por no estar en mi pueblo en las fiestas. Aunque desgraciadamentes no han sido muy buenas.Mi sentido pesame para la faminia.
Pues yo guapin quiero decirte que me siento muy orgullosa, que tu seas casi de mi pueblo por que asi te considero, muy ,muy orgullosa.
Para mi todos los escritores los respeto, y los que lo hacen tan bien como tu, los adoro, ensalzo y venero.
Y antes de que pase como con la roja que salienron españoes hasta debajo los morrillos.
El dia que ganes el Cervantes, yo ya sere de las que estaban contigo, cuando empezaste y crei en ti como un gran escritor.
Te sigo en el blok, pero no me atrevia a escribir que no es lo mio, yo leer.
Guapin un besin para tu niñina y mujer.Un abrazo muy grandin para ti
T. Verderona.

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