lunes, 9 de julio de 2012

198. Vicios y virtudes de la Roja



Ocurrió otra vez, haciendo bueno lo de que "no hay dos sin tres". La Roja volvió a conquistar un título deportivo internacional de calado. Nuevamente el fútbol nos puso en el mapa e hizo que durante dos semanas el resto del planeta dejase de mofarse de nuestras miserias e incluso llegase a envidiarnos y hasta deseara ponerse en nuestra piel. Fueron apenas unos días en los que pudimos mirar por encima del hombro a alemanes, franceses, ingleses... y espetarles toreramente un "vosotros tendréis trabajo y dinero para llegar a fin de mes; pero nosotros somos campeones de Europa de fútbol, chincha, rabincha, tira de la cincha".

Definitivamente el balompié devolvió también la bandera a todos aquellos que la necesitaban. Diseñada en tiempos de Carlos III –circunstancia que la mayoría desconoce–, había quedado sin embargo secuestrada por el Franquismo y todo aquel que se identificó con ella o hizo exhibición de la misma años atrás sabía que corría el riesgo de ser calificado de facha. Por el contrario, ahora vuelve a ondear resplandeciente en los balcones y coches de todos aquellos que la consideran algo más que un simple trapo coloreado.

La Roja también ha sido responsable de disipar nuestra dudas de cara a las rebajas veraniegas: “me compro la camiseta de la selección sí o también”, “valga lo que valga” –que si mal no recuerdo ronda los 70 eurazos contantes y sonantes uno detrás de otro–, “aunque no tenga pa´ comer este mes”, “pese a quien pese”, “y si al crío no se le pueden comprar los libros de texto no se le compran, y punto pelota”; “pero yo sin la Roja no que quedo”.

Volvimos además a salir a la calle, y esta vez sin cara de indignados. Todo lo contrario, jubilosos y alborotados, con ánimo de festejar un hito que cambiará las vidas de la mayoría. Tal vez mañana se disipe la corrupción, abandone mi situación de parado, disminuya la ratio en la clase de mis hijos, deje de correr peligro esa supuesta prima lejana de la que nos hablan los noticiarios –de hecho, es tan supuesta como que yo no la he visto en mi puta vida– y a buen seguro que el copago sanitario pase a la historia como un mal sueño. Fijo.

Asimismo, comprobamos en las citadas celebraciones cómo los nuestros juegan como nadie pero se cuecen como todos. Porque aunque manejen el esférico como los ángeles no dejan de ser españoles, y no conocemos nada mejor para acompañar nuestras celebraciones que el bebercio. Porque son jóvenes y a buen seguro que la mayoría de ellos parcos en educación. Si tienen el graduado escolar me doy con un canto en los dientes y de bachillerato y estudios superiores mejor ni hablamos. Tal vez por este motivo, de igual modo que desconocen la cantidad de dinero que han amasado hasta la fecha, también ignoran que no dejan de ser un referente para todos aquellos niños que los admiran y, mucho me temo, los quieren emular. Y con esto no quiero decir que no tengan derecho a cogerse una torrija de campeonato de Europa; pero en privado. No delante de millones de espectadores que observen cómo sus ídolos lanzan sin tapujos un mensaje inequívoco: “ante cualquier éxito que coseches, mámate”.

Almasy©


Violadores del Verso: "Vicios y Virtudes"



Esta bitácora se despide hasta el mes de septiembre u octubre. Feliz verano.