domingo, 29 de mayo de 2016

250. Le Moulin


Se para frente al espejo y se contempla. Sonríe. Fija su vista en los zapatos. Tan elegantes como seductores. Finos adelante y con el taconcito perfecto atrás. Afuera suenan las campanas de las nueve. Apenas una hora para salir a bailar. Y luego lo que se tercie. Hubiera querido ser simplemente una bailarina, pero con eso no se come. Madame Bernadette siempre acierta con el vestuario de las chicas. No hace ni tres meses de aquel cancán imposible que volvió locos a propios y extraños. Los viajantes decían que no lo habían visto en ninguna otra ciudad europea. Y ahora estos deliciosos zapatitos. Las enaguas todavía están húmedas. Tender la ropa junto al Sena tiene estas cosas. Pero no le importa porque en el salón acostumbra a hacer un calor de mil demonios. Ya se va haciendo a la gargantilla de satén nueva. Tiempo le ha costado. El pelo recogido y con abundante fijador, a punto para el último retoque antes de que la llamen a escena. Ser la bailarina principal tiene sus ventajas. Dispone de un dormitorio que no comparte con nadie. Solo ella puede verse reflejada en un espejo de cuerpo entero. Aunque hoy parezca que únicamente relucen sus zapatos nuevos. Los contempla desde todos su ángulos. Se aproxima y se aleja. Gira. Se alza sobre sus puntas y a continuación sobre los talones. Da pequeños saltitos comprobando si el aterrizaje es seguro. La alfombra amortigua cada movimiento. Sobre las tablas será otra cosa y no quiere sorpresas innecesarias. A última hora acostumbra a sentarse unos instantes sobre un pequeño diván y respira profundamente hasta en tres ocasiones. Para bailar no lo necesita. Solo para lo que viene después. Si se esfuerza, si trabaja duro y le acompaña la suerte, algún día pueda ser primera bailarina en “Le Moulin”. Allí las bailarinas solo bailan. No hay después. Y eso que Madame Bernadette las trata bien. Siempre tres comidas diarias y lencería limpia para las noches de función. Habitualmente seis semanales. Hasta doce cuando arrecian los turistas. Un lunes libre al mes y generosas propinas cuando los clientes consumen por encima de la media. Además, les prohíbe planchar para evitar accidentes. Hay que cuidar el género.

Ya suena ruido abajo. Pronto darán las diez y empezarán las cuentas atrás de unos y otros. Toca ultimar detalles. Para bailar. Para lo de después.

Almasy©


Roxanne: BSO MOULIN ROUGE


miércoles, 25 de mayo de 2016

249. Besos


Se comían a besos como si no hubiera mañana. Parecía que se fueran a acabar y necesitasen acumular reservas para tiempos difíciles. Nunca escatimaban, jamás se habrían perdonado el dejarse uno solo por dar. Besos torpes al principio, apresurados, siempre en escorzos imposibles que ni siquiera dejaban buen sabor de boca. Con el tiempo fueron aprendiendo a coger distancia, a despegar y aterrizar en el lugar adecuado, en el momento preciso. A calibrar humedades, a explorar cada rincón de la superficie de su amante sin delimitar fronteras ni zonas de influencia. Acordando que cada ápice de nueva tierra conquistada fuese declarada propiedad comunal. Progresivamente con más pausa, ganando en confianza, afinando el gusto hasta descubrir nuevos sabores, llegando incluso a reconocer la dirección en la que soplaban todos y cada uno de los alientos que intercambiaban.


Almasy©


ED SHEERAN: "One"

viernes, 20 de mayo de 2016

248. Tras el cristal



Siempre tiene que conformarse con contemplarla tras el cristal del escaparate. A veces ni siquiera eso. Los muchachos de los suburbios no son bien recibidos en los barrios comerciales y con frecuencia se les empuja para que no se paren delante de las tiendas. 

La primera vez que la vio se le vino a la cabeza aquella excursión en la primaria al museo provincial. Se le hizo eterna. Sencillamente no pudo soportar el mero hecho de tener delante todas aquellas obras de arte parapetadas tras acristalamientos infinitos. Debería estar prohibido encerrar tanta belleza, secuestrarla de su estado natural: libre, salvaje, inconsciente, eterno y finito a un tiempo. Ningún pintor merecería tal reconocimiento si hubiera ideado una sola de sus obras para languidecer en jaulas.

Conocía de memoria cada trazo del "Se mira pero no se toca" de la entrada. Rotundo, sin ambages, ajeno a cualquier invitación amable. Por Navidades, cuando la clientela bullía amontonada por la tienda en busca de esos regalos de última hora, había llegado a colarse furtivamente en ella y aproximarse apenas a un metro. Se quedaba quieto mirándola, no mutaba palabra, apenas respiraba. Ni siquiera los gritos de los dependientes instándole a que abandonara el local conseguían que apartase la vista. La sentía tan cerca. Tan lejos.

Almasy©


ANDRÉS SUÁREZ: "Te doy media noche"



martes, 17 de mayo de 2016

247. Ego


Yo no tengo una personalidad; yo soy un cóctel, un conglomerado, una manifestación de personalidades. Yo no soy yo y mis circunstancias. Yo soy yo y mis contradicciones. Muchas, sin duda. Tal vez demasiadas.

Los lunes mi mano derecha desconoce los avatares de la izquierda y viceversa. De hecho, me atrevería a afirmar que ambas piensan que soy manco de su contraria.

Los martes soy ajeno al agua caliente y siento que jamás probé la fría. Me limito a zambullirme en el agua tibia, poco profunda. Clara, aparentemente segura. Sin alimañas ni recovecos a la vista.

Los miércoles solo me da por arrimarme al sol que más calienta. Y lo exprimo. Hasta el último rayo. Y entonces cambio de sol. Asumo sin complejos pero también sin orgullos innecesarios que soy un ser despreciable. Interesado. Egoísta. Sin principios. Sin valores. No conozco la moral. No conozco la ética. No abrazo ideología alguna. O mejor: las abrazo todas y ninguna a un tiempo. Entiendo perfectamente el rechazo que genero. Comprendo que se me deteste, que se insista en mantenerme alejado.

Los jueves son para la poesía. La escribo, la canto, la bailo, la dibujo y hasta la moldeo. La saco a pasear y dejo que se impregne por cada esquina. La engullo masticándola despacito. Saboreando cada verso como si fuera el último. Me gustan especialmente los versos que me repiten. Aquellos que regurgitan toda la tarde hasta quemarme la garganta.

Los viernes ni siento ni padezco. Languidezco. Vago triste. Vago solo. Respiro a base de desalientos y me torturo repitiéndome que soy el resultado de un cúmulo de traiciones, fracasos, infortunios, desamores y mentiras. Apenas hacen acto de presencia las lágrimas, eso sí. Fueron tantas que ya quedan pocas y deciden reservarse para las grandes ocasiones.

Los sábados bebo tus vientos en copa de cristal de Bohemia. Sí, sí, los tuyos. No mires para otro lado, morenita. Sí, tú, la del cabello ondulado a la que se le entrecorta el saludo cada vez que me ve. Tú te entrecortas. Yo me entrecorto. Nosotros nos entrecortamos. ¡Pena haya solo un sábado a la semana!

Los domingos me como el mundo. Literal. En apenas un instante me bullen los proyectos. Encajo piezas. Lidero hordas que me aclaman. Subo, bajo. Maquino, construyo, derribo y vuelvo a maquinar. Ahora aquí, al minuto allí no sin antes pasar por acá, por allá, por quién sabe dónde. Ego.


ADELLE: "Hello"