lunes, 21 de julio de 2008

35. Esto de la Educación


Tirando en el día de autos de mi todavía corta pero intensa experiencia como docente y jefe de estudios en el IES RAYUELA de Móstoles, me adentro a transmitirles el particular análisis que este menda es capaz de ofrecer sobre algunos aspectos del Universo Educativo presente, si bien he de reconocer que no me agrada especialmente abordar en una entrega de esta bitácora asuntos tocantes a mi profesión fundamentalmente por dos motivos:

  1. Porque lo de llevarse el tajo a casa dicen los expertos que no es saludable y no tengo especial interés en convertirme en uno de esos adictos al laburo que precisa de terapia de grupo para superar el trance.
  2. Porque los que siempre tienen las batallitas del curro en la boca acaban aburriendo a las ovejas. ¡Cuánto bien se hizo en este terreno aboliendo el servicio militar! ¡La de matracas castrenses que tuve que soportar yo abrazado a una cervecita cuando los amiguetes “Nasíos pa´ Matar” que servían a España volvían de permiso ávidos de hacernos partícipes de sus gestas guerreras a cuantos nos privaron de tan glorioso honor! ¡Al que suscribe concretamente lo declararon inútil por gafotas! ¡Bendita inutilidad!

No obstante, también se comenta que resulta terapéutico escupir pestes por la boca de vez en cuando con el fin de quedarse relajado, así que en la jornada de hoy se me ocurre, por ejemplo, referirme vehementemente a varios aspectos concernientes a mi profesión:

*LOS MANDAMASES: Estos no son otros que los mismos que manejan el cotarro en esta España “ladrillil” en la que nos ha tocado vivir, o sea, especuladores sin la EGB y políticos que se dicen liberales a los que nadie reconoce votar en muchas ocasiones, pero que luego cosechan sorpresivas y arrolladoras mayorías absolutas en las urnas. Solo una pequeña lección de historia para los menos duchos en esta noble ciencia sobre el término “liberal” tan en boca de todos en la actualidad: ¿Sabían que toda la clase política española de la mayor parte del siglo XIX y principios del XX, ya fuesen progresistas de pura cepa o ultraconservadores, se llamaron liberales? Por este motivo les invito a que siempre que oigan este término se interesen por lo que pueda llevar asociado: “¿Qué clase de liberal?” Preguntaría yo en cualquier caso.

No necesariamente el especulador y el político a los que me he referido siguen sendas divergentes, de hecho entre ambos suele establecerse una relación tácita que en temas escolares también lo maneja todo cual mercancía susceptible de comprarse y venderse, resultando asimismo evidente que lo lucrativo debe asociarse necesariamente a lo privado y lo público a la beneficencia. Y como lo público no es rentable, vamos a reducirlo, verbigracia, en un 70 % por mor de la crisis. ¡Uy, lo siento, se me ha escapado la palabra prohibida! ¡Quería decir desaceleración!

*LOS PADRES DE LAS CRIATURAS: Harto de oír, que no escuchar, a los que hablan de una sociedad culpable en general, me atrevo a puntualizar que las desviaciones académicas y disciplinarias de los alumnos son culpa de sus padres, aunque solo sea por una cuestión de números y de afectos. No hay más que reflexionar en esta línea: un profesor pasa con un alumno 3 ó 4 horas a la semana, junto con otros 20 ó 30 hijos de su padre y de su madre en la misma clase y además se supone que le tienen que enseñar una asignatura. Mientras que sus padres lo han parido y pasan con él 4 ó 5 horas diarias, o al menos deberían, y además lo quieren ¿no? Lo que pasa es que más de uno tuvo un hijo al pedo, como el que compra un perro en Navidades. Y los problemas llegan cuando se dan cuenta que al niño con sacarle a mear y cagar 3 veces al día no es suficiente. ¡Que el muy jodido resulta ser una personita que siente y padece de la que tienes que ocuparte!

*LEGISLADORES Y OTRAS MENTES PENSANTES: Por lo que se refiere a los legisladores, estos están condicionados por intereses partidistas que han convertido los códigos educativos en una ola que sube y baja según la marea: Villar Palasí, LOGSE, LOCE, LOE... A mí ya me da la risa y sugiero a estos lumbreras orgánicos que la próxima ley se llame “LE” y la siguiente “L” a secas, continuando de esta manera la tendencia de ir quitando una letra por ley al acrónimo en cuestión. Total, si los que van a joderse son solo unos profesores, padres y alumnos que ya no saben a qué guión atenerse ante tanto cambio improcedente.

Amén de los legisladores están los ideólogos oficiales del Régimen de turno, normalmente pedagogos para los que se me ocurren al menos dos preguntas:

  • ¿Ha pisado alguna vez un aula?
  • ¿Se encontraba usted bajo los efectos de algún estupefaciente cuando pergeñó tan brillante idea? ¿Tal vez opio?

Y mira que uno es fan de la máxima de Galeano: “la utopía sirve para caminar”; pero de lo utópico a lo descabellado va un trecho. Menos mal que a los que estamos en la trinchera todavía nos resta un poquito de sentido común con el que pasarnos por el forro algunos de los apartados más incongruentes de los textos legales que nos imponen sin consulta alguna como si no nos afectaran. Hasta que nos pillen.

*PROFESORES: No considero que seamos tan “Don Nadies” como se nos presenta con asiduidad, aunque bien es cierto que tampoco tenemos camiones con los que colapsar la M-40 para que se nos haga caso. Nuestro mayor problema radica probablemente en la falta de cohesión de la que hacemos gala como colectivo, prueba evidente de la cual son nuestras irrisorias huelgas de todo a 100 (ahora de todo a 1 euro). Concretamente en la última, con su correspondiente manifestación, se hicieron eco únicamente los del telediario que emite La2 bien entrada la madrugada. Con la coña de que tenemos educación y además se supone que la impartimos nos toman por el pito del sereno y no suscitamos respeto alguno. De miedo mejor ni hablamos. Y con esto no quiero defender que tengamos que iniciarnos en la quema de papeleras y libros de texto para hacernos notar; pero lo cierto es que con 4 silbatos, 3 pancartas y 1 carraca parecemos más bien un grupo folclórico que de reivindicadores.

Por otra parte, nos hemos acostumbrado últimamente a lanzar coartadas generalistas estereotipadas que justifiquen nuestras frustraciones: la Administración es una Hija de la Gran Puta, la Sociedad está corrompida, los Alumnos no tienen ni interés ni respeto por nada, sus Padres no nos respaldan y bla, bla, bla, bla… Las excusas son como los culos: todo el mundo tiene una; pero hasta los negritos del Paraguay saben que un altísimo porcentaje de nuestra práctica docente diaria mejoraría si nos atáramos los machos y empezásemos la revolución desde dentro, aplicándonos la máxima que popularizara JFK: “Deja de preguntarte qué puede hacer el Estado por ti y empieza a cuestionarte qué puedes hacer tú por el Estado”. Lo que pasa que eso cuesta trabajo.

Sobre mi doble condición de docente y jefe de estudios en el presente año académico he de calificarla como de experiencia positiva, aunque me sigue rechinando especialmente el ejercer a un mismo tiempo de cargo directivo y compañero, circunstancia que se me antoja tan difícil e incompatible como aunar los cargos de presidente de la patronal y sindicalista. A este respecto una buena amiga suele defender que lejos de un director o un jefe de estudios lo que se requiere al frente de un instituto es un capataz.

*LOS ALUMNOS: Nos guste o no son los que justifican nuestro trabajo con su correspondiente salario a final de mes y este aspecto no debe ser obviado por cuantos nos dedicamos a esto. Otra cosa es tragar con todo para conservar el puesto y espetar el manido al tiempo que suicida “entra en el sueldo”; sin embargo, es incuestionable que a veces nos olvidamos de la vocación de servicio consustancial a nuestra profesión de educadores y nos quejamos más que los abuelos con reuma. Tal vez deberíamos empezar a venir llorados de casa, porque tenemos lo que tenemos y seguramente no sea mucho peor que lo que hubo. Tanto es así que el siempre recalcitrante “cualquier tiempo pasado fue mejor” se rebate tirando de hemeroteca y comprobando que precisamente en cualquier tiempo nos hemos quejado del caótico estado de nuestro sistema educativo. ¿O acaso esos que tanto lamentan la situación actual prefieren volver, por ejemplo, a los tiempos en los que se pasaba “más hambre que un maestro escuela”? ¿Que a veces te cabreas y llegas incluso a segregar bilis por el ser y estar de determinados alumnos? Hasta ahí correcto, pues todo el mundo es libre de frustrarse un día y hasta dos, clamar al cielo y soltar cuatro exabruptos; pero ¿qué hacemos con los chavales más disruptivos y/o pasotas? ¿Los utilizamos para experimentos científicos? ¿Fabricación de jabón tal vez? Pues va a ser que no. Toca emplearse de diferente modo y asumir que probablemente no todo consista en que sepan que un adjetivo es la palabra que acompaña al sustantivo para determinarlo o calificarlo, o que la fotosíntesis es el proceso metabólico específico de ciertas células de los organismos autótrofos, por el que se sintetizan sustancias orgánicas a partir de otras inorgánicas, utilizando la energía luminosa. A pesar de que lo indique el currículo de Lengua y de Biología que han redactado los mismos legisladores de los que les hablaba anteriormente.

Por otra parte, considero que entre todos hemos idiotizado a nuestros pupilos a base de prohibiciones que no les dejan crecer, derechos que no saben asumir, concesiones que no se han ganado, regalos que no han merecido y leyes de escolarización obligatoria que a muchos encadenan demasiado tiempo a una galera en la que no les apetece remar.

En definitiva, con tanto por hacer solo me queda volver a mentar a la amiga de la que les hablaba líneas arriba, quien en estas ocasiones tan cargaditas de cuestiones por resolver suele soltar un contundente al tiempo que esperanzador: “¡A la tarea!” Pues eso.


Almasy©

El Último de la Fila: "Cuando el mar te tenga"

jueves, 3 de julio de 2008

34. ¿España como Argentina?

Diego Armando Maradona en México ´86

En boca de no pocos argentinos he oído que el fútbol ha contribuido decisivamente en su país a superar las sucesivas crisis y trances varios en los que esta nación se ha visto inmersa en los últimos años: Malvinas, Dictaduras Militares, Corralito… Concretamente un delicioso matrimonio con el que me topé en un inolvidable viaje a Grecia (Sara y Pocho) me explicaba cómo con las excelencias de sus clubes y sobre todo de la Selección, a gran parte de los argentinos se les olvidaba eso de cagarse de hambre; pero a muy pocos les he escuchado maldecir al jueguecito de las pelotas y argumentar que precisamente a lo que pueda haber ayudado haya sido a enmascarar las cosas verdaderamente importantes que tocaba resolver: alimentarse, trabajar, acceder a un techo en el que cobijarse y acumular unos ahorrillos que dilapidar a gusto del consumidor.

La Selección Española acaba de ganar la Eurocopa y la situación me pinta similar a la de nuestros queridos hermanos de ultramar. Lo que pasa es por estos lares somos algo más soberbios todavía y ni se nos pasa por la cabeza que nos pueda ocurrir lo mismo a nosotros los civilizados gallegos: “¡Ellos están a años luz de España, casi en el umbral del subdesarrollo, pues no dejan de ser pobres sudacas orgullosos de poco más que de Maradona, Evita y un Borges al que no han leído ni cuatro!” He alcanzado a deducir del discurso de los muchos a los que les he sacado el tema. Sin embargo, al que suscribe la situación no le parece tan dispar, incluso en multitud de apartados se me antoja hasta idéntica. Y no quiero ser agorero y pronosticar el desencadenamiento del Nuevo Apocalipsis (para eso ya está Don Federico), pero lo que sí está claro es que el Deporte Rey cada vez está más peligrosamente enraizado en esta piel de toro llamada España sirviendo al Régimen de turno para disfrazar lo que nos duele de veras. Nada extraordinario por otra parte, pues cualquier tiempo ha tenido su entretenimiento opiáceo particular para solazar a las masas y alejarlas de los verdaderos problemas que les aquejan. Las culturas precolombinas tuvieron el juego de pelota, los romanos el circo y la España anterior al siglo XX la tauromaquia, por poner algunos ejemplos. Actualmente lo que se lleva a nivel mundial es el balompié, salvo en el díscolo Estados Unidos, y concretamente en España nuestra idolatría por lo que se supone un mero deporte ha derivado en una adicción que nos enturbia la mente a la hora de enfrentarnos a la cruda realidad. Y ojo que no me pronuncio ahora en estos términos aprovechando arribistamente la crisis que nos aqueja, sino que esta reflexión viene de muy atrás. Concretamente del año 1995, cuando los clubes de fútbol Sevilla y Celta de Vigo fueron descendidos a segunda división B por cuestiones de carácter tributario-administrativo. Entonces esas dos ciudades literalmente tomaron las calles para manifestar su férrea oposición a tan salvaje atropello y la Liga de Fútbol Profesional se la tuvo que envainar y concluyó admitiendo una liga de 22 equipos. ¡Café para todos!, como en la Transición. No recuerdo haber visto tantos miles de personas juntas en concentraciones para demandar un trabajo justo con un paro del 20 % en los ´80 o una vivienda digna con el Euribor camino del 6 % en la actualidad. Jamás. De hecho solo recuerdo una masa similar en las manifestaciones celebradas tras alguno de los tristes atentados de ETA. Y aunque desde 1995 ya ha llovido, sigo viendo las mismas masivas concentraciones siempre al hilo de eventos futbolísticos casi exclusivamente. Ligas, Champions, Intercontinentales, Copas del Rey… y ahora la Eurocopa, que nos viene a huevo en estos momentos de marcada desaceleración (siento haber empleado anteriormente la palabra prohibida: crisis). Incluso ahora resulta que los españoles somos más listos, más guapos, resolutivos y triunfadores por haber demostrado en 540 minutos -6 putos partidos- que 11 paisanos nuestros son más duchos en el arte del balón que 11 de Rusia por dos veces, 11 de Grecia, 11 de Suecia, 11 de Italia y 11 de Alemania. ¡Acabáramos!

¿Pero qué hacemos entonces? ¿Ciscarnos en el jurgol en cuestión y negarnos a los alimentos? Pues va a ser que no. Se me ocurre que por qué no empezamos a utilizarlo para otros fines en lugar de combatirlo. Propongo solemnemente, verbigracia, que los futbolistas salgan al terreno de juego ataviados con camisetas en cuya pechera recen lemas como: ¡Euribor al 2 % ya! o ¡Por el litro de gasoil a 90 céntimos! ¡Qué tiempos aquellos! ¿Se acuerdan? También podríamos usarlos para la defensa de valores cuasi olvidados como la sinceridad, ocurriéndoseme en este terreno que cada vez que finjan un penalti pidan perdón por los altavoces del campo y recomienden a la chavalería que no incurran en su mismo error.

¿Les cuento un secreto para terminar? Pues que lo que les pueda haber parecido una feroz y despiadada crítica contra el Deporte Rey proviene de un confeso y entregado amante del mismo como jugador y como espectador. ¡Toma Geroma pastillas de goma!

Almasy©

ROXANNE (Tango) BSO Moulin Rouge