miércoles, 31 de octubre de 2007

5. "¿Cómo no amarte?"

¿Cómo no amarte…?

Cómo no amarte si a diario me regalas sonrisas y me enmudeces a besos;

Cómo no amarte si te deslizas en mis sueños y justificas mis despertares;

Cómo no amarte si arrumbas mis desatinos y multiplicas mis virtudes;

Cómo no amarte si desatas mis alegrías y confinas mis penas;

Cómo no amarte si es aliento lo que me das y zozobra lo que me quitas;

Cómo no amarte si solo amándote siento que soy capaz de amar.

¿Cómo no amarte entonces?

Almasy©




"Si el hombre pudiera decir"

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda Los placeres prohibidos



PASIÓN VEGA: "Lucía" (de J. M. Serrat)


viernes, 26 de octubre de 2007

4. "Tribulaciones de peluquería"

     Mis miedos al peluquero puede que tuvieran su origen ya en mi más tierna infancia, cuando un hito marcó mis cabellos durante una temporada, al menos durante ocho días, porque como todos saben “burro bien o mal esquilado, a los ocho días igualado”. Dicho primer episodio traumático lo viví de manos de mi tía Lucinda, que un buen día (lo de bueno hasta que ella empuñó las tijeras), decidió practicar el noble arte de la esquila con mis cuidados bucles rubios, dignos de un semental escandinavo. Se aburría, o le había visitado una difícil y dolorosa menstruación, o tal vez tenía una tarde artística. El caso es que mi queridísima tía (no tan querida desde entonces, por cierto) sugirió cortarme el pelo “para que me ahorrara unos durillos”. Así, agarró el instrumental podador y se inició con decisión al desarrollo de su “obra”. Desafortunadamente, no contaba yo con un espejo a mano que me fuera reflejando el devenir del proceso y por ende el desenlace fue fatal. Cuando dijo haber terminado, la cantidad de pelo que poblaba mi sesera era ciertamente irregular, por utilizar un eufemismo. “Un poco más largo por delante y más cortito por los lados” fueron mis indicaciones; no obstante, “cara de loco” era lo más amable que se me podía llamar en aquel momento, observando la enorme montera de pelo rubia en la parte delantera de mi cabeza y el “rapunceo” de los laterales, como si hubieran sido las fauces de las Siete Pirañas del Apocalipsis las que me hubiesen rasurado.
     Desde aquel episodio fatídico en mi historia capilar, mi aversión a toda relación con el mundo de la peluquería sería una constante en mi adolescencia. Recuerdo así todas las reticencias y objeciones que le ponía a mi madre cuando esta me instaba a acudir a mi cita con Loli, la peluquera oficial del barrio. Loli era una mujer entrada en años, rubia de botes, ya que con uno solo hubiera sido imposible alcanzar aquel amarillo canario que portaba en la testa, y que, además, desprendía un agudísimo tufo a laca barata. Vamos, una joya la tal Loli. Su casa hacía las veces de hogar y peluquería al unísono, así que era frecuente encontrarla en albornoz o en bata de poliéster taiwanés llena de cotones. Nos hacía pasar a su “maravilloso salón de trabajo”, como ella lo llamaba, que consistía básicamente en una silla harto incómoda, espejito mágico, un secador encineracabellos, unas tijeras y un par de peines que parecían de regalo en alguna promoción de jabones de mano. Nos sentaba y comenzaba entonces a rajar como una desesperada. Eran verdaderas terapias las que nos daba la querida Loli, hasta el punto que mi hermano y yo, ante nuestra capacidad de aguante, nos llegamos a plantear la posibilidad de meternos a curas o a psicólogos, según nos decantáramos por la vía religiosa o laica. Pero lo peor de todo era “su toque final”, que consistía en rociarnos de gomina y achulaparnos el pelo para atrás siguiendo su canon de belleza Espinete. Era entonces cuando no veías el momento de salir de allí y revolverte el pelo para quitarte el look Borja Mari que te plantaba la Loli, y ya en casa, corrías raudo a lavarte el cráneo con el fin de sacarte el fijador, seguramente corrosivo e inflamable, que la hortera profesional del cabello había utilizado para rematar su criatura.
     Eran, como observáis, terribles los momentos vividos en mi relación pelo-corazón-tijeras, plagados de manifestaciones trágicas que no tenían solución alguna, ya que la cita se podía posponer, pero nunca eludir, puesto que tu padre siempre te recordaba la hora de acabar con “tus asquerosas greñas”. Y lo cierto es que en mi caso no se podía hablar de greñas, sino más bien de melena leonina. Sí, sí, tal como suena y como pude comprobar en aquella ocasión en que me decidí con enorme voluntad a dejarme crecer el pelo hasta que me “molestase para descomer”, en palabras de algunos de mi aldea. El lado más salvaje de la naturaleza hizo entonces su aparición en mí, pudiendo entonces constatar que yo no descendía del mono, craso error amigo Darwin, sino de Simba, el rey de la jungla, primo segundo por parte de madre del león de la Metro. Fueron muchos los que entonces me preguntaban con regularidad, a la vista del volumen que iba adquiriendo mi cabeza, que si acaso tenía yo parientes afroamericanos o que si era el doble rubiales de Michael Jackson en alguna película durante su época en los Jackson Five. Al final, opté por acabar con la ilusión de alcanzar un look-pelo largo al más puro estilo Légolas en el Señor de los Anillos, y no tanto por las sugerencias de la gente, sino porque básicamente ya empezaba a pegarme contra los techos debido a la magnitud que la bestia capilar había alcanzado.

Almasy©









BEE GEES: Stayin´ alive


miércoles, 17 de octubre de 2007

3. "Cuento de los odiados odiantes violentos"

     Jadeaban todavía después de asestarse los últimos golpes. El ambiente rezumaba un pastoso olor a odio irracional y sus cuerpos aún desprendían sangre, sudor y lágrimas cuando las fuerzas de seguridad los detuvieron. Fueron conducidos ante el “Juez de los Casos Probablemente Perdidos” y este los interrogó a un tiempo:

-¿De qué región provienen ustedes?

-De la comarca de los “Seres Supuestamente Humanos”.

-¿Se odian?

-Sí.

-¿Deseaban causarse daño?

-Sí.

-¿No aceptan sus diferencias?

-No.

-¿Tienen intención de proseguir la reyerta en el futuro?

-Sí.

     Ambos se desvanecieron entonces en el acto y cuando despertaron yacían desnudos y esposados en el temido “Desierto de las Almas Equivocadas”. Su condena: vagar conjuntamente hasta encontrar la única salida que conducía al “Oasis de los Entes Acertados”.

Almasy©





"Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego."

Mahatma Gandhi




BSO LA NARANJA MECÁNICA: "Novena Sinfonía de Beethoven"


jueves, 11 de octubre de 2007

2. "Miscelánea"

“Paradojas del sistema que me aturden”


1. ¿Quién gobierna al gobernador? Se dice el gobernado.

2. ¿Quién recauda al recaudador? Se plantea el recaudado.

3. ¿Quién vigila al vigilante? Se pregunta el vigilado.

4. ¿Quién confiesa al confesor? Se cuestiona el confesado.

5. ¿Quién hostiga al hostigador? Se lamenta el hostigado.

6. ¿Quién castiga al castigador? Se duele el castigado.

Almasy©




“El qué dirán”



Me han dicho que vas diciendo que digo que no dices lo que dijiste que dirías.

Almasy©

"Vida"

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro Cuaderno de Nueva York




JOAQUÍN SABINA: "Nos sobran los motivos"


viernes, 5 de octubre de 2007

1. Intro: “Declaración de Intenciones”



El presente blog nace persiguiendo tres quimeras:

  1. Paliar el adocenamiento que nos invade cuando cesamos de cuestionarnos los porqués y simplemente nos dejamos llevar.
  2. Remedar sin modestia alguna a los eximios rapsodas del pasado, convirtiéndome por unos instantes en el frustrado literato que siempre quise ser.
  3. Ocupar una mente, la mía en este caso, que se resiste a cejar de maquinar cuando el cuerpo ya dijo ¡basta!
  • Su título, “Espiral de historias” rememora dos de mis pasiones: por un lado la “espiral”, un símbolo tal vez celta que podría dotar de sentido a nuestra existencia; por otro las “historias”, esos relatos que hablan de lo que fue, es y será.

  • Mi seudónimo, “Almasy”, no es sino un sincero homenaje a “El paciente inglés”, filme cuyo visionado siempre me convulsiona en el mejor de los sentidos.
  • Se trata, como pueden observar, de un blog audio-visual-literario con pretensiones de ampliarse siempre que la suerte y los ánimos acompañen. El que suscribe aporta la imagen, publica escritos de su cosecha propia y/o reproduce citas célebres y no tan célebres. Mi hermano el melómano colabora en la selección del tema musical con exquisito gusto. ¡Pasen y vean!

Almasy©



MACACO: "Mama Tierra"