martes, 20 de noviembre de 2012

203. Ajustes, que son ajustes



La entrega de hoy se me antoja imprescindible para aclarar a todos los absurdos habitantes de este país el porqué de algunas de las decisiones más controvertidas que está adoptando el actual gobierno de la nación y más específicamente a la ingente ralea de perroflautas judeomasónicocomunistas antipatriotas que las critica, que se manifiesta contra ellas, que huelguea (del verbo huelguear) a como dé lugar, que se enfunda camisetas con lemas utópicos, que enarbola causas perdidas y por extensión poco rentables, simple y llanamente porque desconoce la arcana bondad que encierran, a saber:

El paro: no es sino una clarísima medida dentro la política de conciliación familiar que persigue el gobierno. Así, el desempleo es clave para que las familias atiendan convenientemente a sus vástagos, los lleven al colegio, les preparen la manduca, les revisen minuciosamente sus tareas y hasta jueguen con ellos. Y es que no me negarán que hasta le llegada del pepé al poder abandonadita estaba la prole de tanto trabajar. Fundamentalmente por culpa de las mujeres, esto resulta incuestionable, pues desde que al movimiento feminazi le dio por proclamar a los cuatro vientos que las hembras tenían los mismos derechos que los machos, estas habían dejado sus hogares manga por hombro.

El rechazo del matrimonio homosexual: normal y lógico, oiga usted. Y nada que ver con argumentos ultracatólicos primitivos y desencaminados como los de que la única unión admisible es la de un hombre con una mujer por aquello de cumplir con leyes divinas y naturales. La cosa va más por conservar eternamente el amor de estas parejas homosexuales precisamente apartándoles de su institucionalización, pues está visto y comprobado que siempre que la cosa concluye en matrimonio, lo cual no deja de ser un frío contrato, se apaga inevitablemente la llama de la pasión y se ilumina la del hastío vital y la monotonía. “Te casaste, la cagaste”, que dice un refrán. “Follas menos que un casado”, que dice otro. Y si lo prefieren hagan caso del gran Groucho Marx, que de esto sabía un rato: “El amor es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución”.

El aborto inadmisible en cualquier circunstancia: como debe ser si queremos una sociedad madura, adulta y responsable que sepa que todo acto, incluso el sexual, tiene sus consecuencias. ¿Que echaste un polvo?, pues apechuga. ¿O es que somos lo suficientemente mayorcitos para darnos un revolcón en el asiento de atrás de, pongamos un Seat León; pero luego reculamos y queremos escurrir el bulto cuando de asunción de responsabilidades se trata? ¡No hija no!, que decía el ilustre enpazdescanse Antonio Ozores.

Recortes en educación: claramente una disposición orientada a paliar los tradicionales desajustes existentes entre la oferta educacional y el mercado laboral de la nación y, por extensión, minimizar la frustración de nuestros jóvenes. Como lo oyen, pues habiendo percibido que la mayoría de los que estudiaban una carrera universitaria no conseguían en gran parte de las ocasiones dedicarse a una profesión relacionada con la misma, se ha optado por cercenar la opción de que se formen con la única pretensión de ahorrarles una tan innecesaria como evitable depresión. Ayuda humanitaria lo llamaría yo.

Recortes en sanidad: sin otro objetivo que preservar nuestra salud. No se me froten los ojos, que han leído bien: por preservar nuestra salud. Tanto es así que un selecto grupo de expertos científicos españoles dotados de material de investigación de última generación acaba de publicar un riguroso estudio en el que se demuestra que la principal enfermedad que aqueja a la población española es la hipocondría y nada mejor para combatirla que la terapia de choque: fuera médicos, fuera hospitales, fuera fármacos. ¿Acaso no dicen que muerto el perro se acabó la rabia? Ea, pues muerto y bien muerto.

Y como estas, otras cien, mil o diez mil (la eliminación de la paga extra a los funcionarios persigue fomentar el consumo responsable de los trabajadores públicos especialmente en fechas en las que este se dispara desenfrenadamente, como las Navidades; los deshaucios liberar a los propietarios de la pesada carga que supone llevar una casa; los ERES impedir que el personal se estanque profesionalmente hablando y quiera vivir a la sopa boba toda una vida; la fuga de cerebros estrechar lazos con otras naciones a partir del intercambio de trabajadores; bla, bla, bla). Y háganme el favor, háganse el favor, de hablar con propiedad. No llamemos recortes a lo que palmariamente son "ajustes", como la opción que seleccionamos en el móvil para activar la red wifi o el bluetooth. ¡Escogóllalo!, que dicen en mi pueblo.

Almasy©


Aventura: "Obsesión"


jueves, 1 de noviembre de 2012

202. Prosa poética



"Oda a la presilla de alambre con la que se cierra el pan de molde"

Pobre diabla. O diablo. Pobre tú y todos los tuyos. Don Nadie apátrida. Sinnombre, ¡con tantos nombres! Bien presilla que atenazas la bolsa del pan de molde, bien alambre, bien abrazadera que no haces sino abrazar para que no se escape lo que otrora fue simple trigo. A veces incluso tan innombrable como ignorada, maltrecha, deslabazada, informe, en ocasiones blanca, en ocasiones negra, huidiza, carne de cañón que te extravías a como dé lugar para dejar paso al mediocre anudado del plástico para poner fin a mis tristes desayunos.

"Al fin y al cabo solos"

Y es que al fin y al cabo estamos solos con nosotros mismos. Pese a los afectos regalados por los que nos acompañan en el camino amándonos. Ayer besos, hoy abrazos, tal vez mañana tiernas caricias. Poco importan estos al fin y al cabo si estamos solos. Tan solos. ¡Tan jodidamente solos! Y solos nos vivimos solamente todo el tiempo. Apenas unos ratos dulzaina festiva. Casi permanentemente triste violín que nos chilla sin reparo: ¡Solo, cabrón, estás solo!

"¿Madre?"

¿Madre? Dime hijo. ¿Que digo yo si puede saberse dónde está mi camisa de los domingos? Ahí. ¿Ahí dónde? Donde siempre. ¿Y dónde es donde siempre, madre? En el tercer cajón de la cómoda de tu dormitorio y de paso si haces el favor sacas también mi blusa. ¿Madre? Dime hijo. Que no las encuentro. Anda quítate que ya las cojo yo, que es mejor hacerlo que mandarlo. ¿Madre? Dime hijo. ¿Que digo yo que por qué me tapa usted cuando vengo a su casa a echarme la siesta si son 35 los inviernos que me avalan? Porque me da la gana, porque soy tu madre. ¿Madre? Dime hijo. ¡Que le digo yo que no ande usted preocupada toda la noche pendiente de mí, que se acueste y duerma, que volveré tarde! ¿Que no me preocupe dices? Eso mismo, madre, que no se preocupe. (Suspiro de madre).

Almasy©


Versión Bach Cello Suite nº 1