lunes, 18 de mayo de 2015

237. ¿Podremos o no Podremos?

Como ya es tradición en esta bitácora, justo antes de algún proceso electoral cae una entrada de política. Y mira que suelo decir que no me gusta, pero siempre acabo sucumbiendo. Y no me gusta no tanto porque no me interese, sino porque en estos lares soy como con los afectos: me enamoro y me desenamoro rápido. Hay quienes en este terreno me acusan de frívolo, de tibio, de interesado, de ambiguo, de falto de posicionamiento. Nada más lejos de la realidad. Con ánimo de presumir, conozco bastante mejor todo lo que atañe al mundo de la política y de las ideologías -que no es lo mismo- que la mayoría de los que me invita a que "vote a..." o "no vote a...". De hecho, mi abstencionismo de los últimos años ha sido activamente consciente, ingenuamente poseído por la idea de que mi "no voto" podría contribuir a dejar escaños vacíos. En resumidas cuentas, que no es que prefiera emplear el domingo con los amigotes, sino que si no voto es porque mi escroto así lo ha determinado. Y mira que lo combato, mira que le repito que hay que tomar partido -nunca mejor dicho-, que hay que subirse a algún barco, navegar con un rumbo concreto. Pero me puede mi alma pirata. Ese espíritu libre -o esclavo, según se mire- que tampoco me deja creer en Dios ni en la bondad humana. No soporto habitar siempre la misma nave, recibir órdenes del mismo capitán, remar con los mismo marineros. Ese es mi sino y mi destino.

En esta ocasión, sin embargo, la cosa pinta diferente. Estoy tentado a acudir a las urnas. Más tentado que nunca, lo reconozco. El panorama es más variado y esto necesariamente implica más divertido. Los responsables no son otros que los de Podemos, no se puede negar. Independientemente de que los ames, los odies o te resulten indiferentes son los que han meneado la coctelera. UPyD y Ciudadanos entre otros se reclaman también como neófitos agitadores, pero el caso es que el DNI les traiciona. Unos del 2007 y los otros del 2006. Y hasta la fecha, más bien poco que contar. En el caso de UPyD, algún feliz discurso de Savater, que a la vista del percal se ha especializado solo en conferenciar, alguna intervención cañera de la Díez en el parlamento y más de una y más de dos salidas de tono tuiteras del Cantó para darle sabor a la vida. Y por lo que se refiere a Ciudadanos el posadito de Rivera ligero de ropa en un cartel electoral y... el posadito de Rivera ligero de ropa en un cartel electoral. Vamos, que unos y otros deberían tatuarse las siglas de Podemos a modo de agradecimiento -entenderíamos que fuese en un lugar oculto de su anatomía-.

Podemos ha sido una formación vertiginosa en todos los sentidos. Hasta para sus crisis. Nació al rebufo del 15-M, movimiento con muchos aspectos positivos, pero también negativos. En torno a él no solo protestó gente que quería cambiar el sistema, sino también mucha a la que el sistema no le reportaba los beneficios esperados, lo cual es muy distinto. Tampoco nos engañemos pensando en que los fundadores de Podemos tienen algo que ver con las personas a las que pretenden atraer a la causa. Son profesores de universidad en su mayoría, y les aseguro que un profesor de universidad dista milenios de la realidad de un obrero de la construcción o una empleada del hogar. Digamos que en el mejor de los casos manejan convenientemente la empatía, pero no sería de justicia poner a generales y huestes en el mismo nivel de sufrimiento. Desconfío además, y esto no es privativo de Podemos, de aquellos políticos que insisten en las propiedades que no tienen, los ocios que no gastan, las excentricidades de las que se apartan. Los clásicos, que tenían una locución para casi todo, lo resumían a las mil maravillas: "Excusatio non petita, accusatio manifesta". Y es que una cosa es la transparencia y otra el contumaz anhelo por dar un supuesto ejemplo a todas horas del día. Yo personalmente no lo necesito.

Otro punto débil de Podemos es el viraje de su programa al hilo de los acontecimientos. Todos lo hacen, es cierto, pero le ha hecho confundirse con aquellos de los que decía apartarse. Aunque no me pondré especialmente exquisito en este terreno si intento imaginar el acto fundacional del partido: los Iglesias, Errejón, Monedero y compañía un día a la salida de la facultad tomando cervezas en una cantina y lanzando soflamas bolivarianas entre ronda y ronda hasta que en el caliente etílico alguno pronunció: "¿A que no hay cojones a presentarse a las Europeas?". Y vaya si los hubo. Y vaya si salió bien. Pero hete aquí que la cosa se pone seria y ahora se han encontrado con un juego en el que las normas son las que son. Y el panorama indica que va a tocar pactar. Siempre ha sido así, pero las malditas mayorías absolutas nos impedían recordarlo. ¿Y cómo pactas ahora con aquel que llamaste casta? O mejor, ¿cómo explicas a los que te abrazaron por tu autenticidad y tu bendito radicalismo que te subes al carro? El juego de la política es muchas veces sucio, hostil, invita a callar, a estrechar hoy la mano del que ayer maldijiste, a tomar decisiones impopulares. No siempre es conseguir la canasta ganadora en el último segundo, recibir el MVP y hacerse la foto. Toca robar balones y, llegado el caso, zafarse en la zona con la más fea.

Sin embargo, a pesar de todos estos peros creo que es de justicia rescatar sus virtudes. La primera que desde hace años no veíamos otra liga que no fuesen a ganar el Madrid o el Barcelona. No solo se ha convertido en un aspirante al título, sino que, como ya he referido, ha revitalizado a todos los que estaban en el banquillo. En los últimos meses hemos contemplado que algunos -si no muchos- se estén poniendo nerviosos, muy nerviosos. De lo contrario no se explica el revuelo mediático por temas que vistos en perspectiva no son comparables. A mí por lo menos no me lo parece. Por ejemplo, que Monedero acomode la declaración de la renta para su beneficio creo que está a tres mil millones de años luz de tramas como la Púnica, la Gurtel, la financiación irregular de un partido o los ERES. Sería una falta en el medio del campo sin trascendencia frente a un hachazo dentro del área de penalti, roja directa e inabilitación de por vida, por aquello de seguir con el símil deportivo. Eso sin mencionar que todos los españoles, como es bien sabido, declaran religiosamente sus bienes, proceden en todo momento a facturar con IVA y jamás han recibido un solo euro en negro por ninguno de sus trabajos. Ni siquiera cuando ejercían de canguro de los niños de la vecina. Lo cierto es que algunos presentan estos deslices como la que se nos puede avecinar si estos gobiernan, pero eso es solo porque estaban en la inopia cuando su profesor de filosofía explicaba cómo allá en tiempos de Aristóteles se formulaba aquello de la potencia (lo que puede ser) y el acto (lo que es). Hablando en plata, que el PPOE son acto (consumado, para más señas) y Podemos sería potencia (lo que puede ser pero todavía no es). De hecho, y poniéndonos en el peor de los casos: que roben como los anteriores, creo que tenemos derecho a dejar que nos roben otros. Aunque solo sea por higiene facial. Vamos, que los miembros del PPOE serían como los jugadores de toda la vida y los de Podemos el mercado de verano, esos que engordan portadas del Marca e ilusionan al aficionado de turno.

Para terminar concluyo con una anécdota de la que en cierta medida también es responsable Podemos. El pasado domingo visitando los Madriles -los de provincias aterrizamos alguna que otra vez por la capital para sentir que viajamos- pegué la oreja a una conversación de tres parejas que consumían algo en una terraza de esas que te soplan 5 euros por un café -a los habituados al 1´10 nos entra hasta cierto mareo-. Comentaban su intención de voto y me llamó poderosamente la atención la de la mayoría: Cifuentes a la Comunidad y Carmena al Ayuntamiento. Lo que podría parecer una contradicción a mí sin embargo me resultó conmovedor. Tal vez Podemos también sea responsable de hacer tambalear las filias vitalicias e inalterables. De que no entendamos el terreno de la política como el del fútbol. Del Madrid seré toda mi vida, pero en ningún sitio está escrito que no pueda alterar mi voto, cambiar de opinión, votar hoy PP, mañana Podemos y pasado el Frente Popular de Judea si se me antoja. En determinados foros se vende como una virtud lo de "militante de toda la vida" y qué quieren que les diga, a mí, amén de aburrido, me parece hasta peligroso. Yo soy yo y mis contradicciones, suelo decir, y no ha nacido ni el guapo ni la guapa que me vaya a imponer un kit completo del que no me pueda salir. 

Una de historia para terminar, que es lo mío: siempre comento a mis alumnos que inmediatamente después de la IIGM Winston Churchill, el gran héroe británico, el defensor de las islas de la amenaza nazi, la persona que habrá dado nombre a cientos de plazas y miles de calles en el Reino Unido, no ganó las elecciones. El electorado debió entender que había sido un gran dirigente para la guerra, pero que para la paz convenía introducir aires renovados.

Almasy©




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