viernes, 27 de junio de 2008

33. Sentirse parte de algo


No es precisamente este que les habla propenso a enarbolar bandera alguna ni a entonar himnos de esos con los que a algunos se les eriza el pelo y se embriagan de patriotismo. De hecho, siempre he pensado que podría vivir en cualquier sitio. Pone a este respecto Aristarain en boca de Federico Luppi en “Martín Hache” que la patria son tus amigos. Y a veces ni siquiera eso, pues en no pocas ocasiones te vales contigo mismo y tus circunstancias tirando del manido más vale solo que mal acompañado. No obstante, el caso es que con cierta frecuencia presta eso de sentirse parte de algo y como las naciones se me suelen quedar grandes y la Selección no acostumbra a pasar de cuartos (salvo este año), prefiero buscar ese sentimiento de pertenencia en grupos reducidos, como reza la publicidad de las academias con cierta enjundia. En este caso les confieso que me siento parte de “Delirios”, compañía artística en la que me enrolé allá por la canícula de 2007 con el pretexto de vender al mundo las efemérides del 1808. Así, poco antes de que se asentara el sopor propio de la estación, nos reunimos un pianista, un guitarrista, una soprano, un fraternal informático y el que suscribe empuñando pluma y largando texto. De dicha confraternización emerge un espectáculo en el que, por espacio de una cincuentena de minutos, se dan cita el buen hacer de Carlos al teclado, la firmeza de César acariciando las seis cuerdas de su instrumento, la férrea suavidad de Magda entonando canciones legendarias, la entera sencillez de Roberto lanzando puntual la imagen que corresponda y las trovadorescas pretensiones de un servidor. Lo hacemos prácticamente por amor al arte, ese arte tan inútil como necesario y vital al mismo tiempo, dando lo mejor que llevamos dentro y siempre pendientes de corresponder al respetable por honrarnos con su presencia. Incluso a pesar de que en ocasiones te sobrevenga a la cabeza eso de que no está hecha la miel para la boca del asno, el público es quien justifica tu ser y estar al otro lado de las butacas.

Personalmente no encuentro nada más estimulante que la solidaridad que hace acto de presencia en cualquier composición artística grupal, pues todos y cada uno de los componentes de “Delirios” ponemos nuestros cinco sentidos, seis si los tuviéramos, en entrar en el momento justo, en lucir en lo individual para hacer lucir el conjunto y en regalar hasta la última brizna del arte y del duende que llevamos dentro. Siempre atentos, concentrados, embebidos en el acto que estamos ofreciendo a los pocos o muchos que nos contemplen –basta con que uno solo lo haga–, componiendo en definitiva algo parecido a una humilde sinfonía con la que no hacemos sino gritar hacia fuera lo que nos conmueve por dentro.

¿Qué todavía no han visto nuestro espectáculo? Allá ustedes si pueden vivir con esa pesada losa sobre su alma; mas les advierto que están a tiempo todavía de enmendar su condenación eterna. ¿Qué no saben dónde ni cuándo será la próxima representación? No se me aflijan, pues no hay como la World Wide Web para resolver este tipo de cuestiones existenciales. Concretamente les remitimos a www.entornoal1808.es para que determinen la cita que mejor se ajuste a sus ya de por sí harto saturadas agendas. ¿A qué esperan?

Almasy©

MARÍA CALLAS en el 2º acto de “TOSCA”

viernes, 20 de junio de 2008

32. Tetralogía de Topicazos



Me arranco en la jornada de hoy a abordar la reflexión sobre un asunto que tradicionalmente me ha fascinado pero sobre el que todavía no dispongo de una opinión definitiva: los clichés. Me referiré específicamente a cuatro de los estereotipos más asentados en nuestra vida cotidiana para intentar determinar cuánto de verídico tienen a la postre. Incluso me atreveré con alguna explicación filosófica y/o científica al hilo de varios de los mismos a fin de desentrañar las leyes fundamentales que los rigen.

1) Uno de los más manidos es, verbigracia, la facilidad con la que relacionamos el parte meteorológico con algunas de nuestras ocupaciones más primarias: “Es matemático, he ido a lavar el coche y se pone a llover” o “No falla, es tender yo la ropa y chaparrón que te crió”. Concretamente a raíz de estas sentencias que escuchamos y/o empleamos con asiduidad, se me antoja un silogismo o algo parecido:
  • Los españoles se quejan de que cada vez llueve menos sobre la Piel de Toro.
  • Los españoles alegan que siempre que lavan el coche o tienden la ropa, llueve.

Luego:

  • La sequía de este país se explica por lo gochos que son sus habitantes. Déjense pues de sacar a pasear vírgenes y de invocar a Tláloc y aséense con más frecuencia.
2) Otro de los tópicos por excelencia, este con notable raigambre en las poblaciones rurales, consiste en relacionar la pérdida de peso con enfermedades fatales: “¡Qué delgada está madre mía, parece el espíritu de la golosina, seguro que tiene algo!”, “¿Cómo vivirán en la capital cielo santo? ¡Ni pa´ comer tienen, si no hay más que verla, que parece que tiene la solitaria!”. Y a la pobrecita sílfide en cuestión se le cae entonces el mundo a los pies. ¡Con lo contenta que estaba ella tras haber perdido esos kilitos de más con la logística del “Natur House” para poder meterse en aquel vestido que comprara un par de lustros ha!

3) También muy extendidos son sin duda alguna los clichés toponímicos que establecen una relación directa entre tu lugar de nacimiento y tu personalidad. Así, los catalanes deben ser necesariamente tacaños, los vascos brutos y los madrileños chulos; pero lo espectacular acontece cuando descubres oriundos de Cataluña manirrotos, vascos más finolis que las servilletas perfumadas con frutas del bosque y capitalinos con un perfil bajo, por no decir apocado, a los que les cuesta pedir un vaso de agua en un bar tanto como a un liberado sindical padecer de stress laboral (esto último lo afirmo porque a mí nadie me ha conseguido demostrar todavía que sea un tópico, de hecho, cuando encuentren a un especimen de esta condición expónganlo en un museo). Pero, hete aquí la grandeza de los tópicos amigos, que cuando no se cumplen suscitan la aparición de otro que lo explique y justifique: “Si ya digo yo siempre que en cualquier sitio hay gente de todo tipo, como en botica, y que no se debe generalizar”. Resumiendo, que en materia de estereotipos siempre hay un plan B para salir airoso y no meter la zarpa totalmente.

4) Otros sin duda con peso propio son los clichés laborales que vinculan una determinada actitud ante el trabajo con cada una de las profesiones que se dan cita en el mercado del tajo. Se llevan la palma los funcionarios, secta en la que me incluyo. A estos, a nosotros, se nos relaciona directamente más que con el trabajo con la desidia personificada. Se nos acusa también de ser los únicos seres del planeta capaces de desayunar tres veces en menos de dos horas, de hacer la compra en horas de trabajo, de abusar descontroladamente del teléfono y del internet desde nuestro recóndito despacho y de trabajar menos que el sastre de Tarzán. No les voy a negar que algo de todo eso haya, porque cuando el río suena es que agua lleva. Sin ir más lejos recuerdo una ocasión en la que un funcionario de hacienda consiguió atenderme sin despegar la vista de su teléfono móvil, conjugando a un mismo tiempo la redacción de un sms a su parienta o entretenida con el asesoramiento fiscal que le reclamaba yo. “Formulario P-114 Alfa 27”, acertó a decir el superhéroe en cuestión. No obstante, lo que no acabo de comprender es por qué si los servidores del Estado vivimos tan de puta madre estamos todos tan “amargados”, adjetivo tipo con el que suele referirse a nuestro careto. Las mujeres funcionarias lo tienen peor en este terreno, porque el lenguaje sexista les añade frecuentemente, amén de la citada amargura, la falta de actividad sexual: “Seguro que hace siglos que no folla”.

Por otra parte, últimamente, los propios funcionarios hemos ido desarrollando toda una batería de sentencias concretas que responden de manera puntual a todos y cada uno de los clichés que se refieren a nosotros. Vamos, un contraataque en toda regla: que te vienen con lo de “¡cuántas vacaciones tenéis!”, pues tú saltas el siempre hiriente a la par que soberbio “¡cuatro que podemos!”; que te acusan de “trabajar poco y ganar mucho”, entonces se impone “las universidades están abiertas para todos y las oposiciones se convocan regularmente”. Yo ya lo digo sin ganas y a veces ni lo digo, hastiado de hacerles el juego a esos que, en lugar de reclamar una mejora de sus propias condiciones laborales, defienden el empeoramiento de las de los demás. Y con esto no lanzo balones fuera ni escudo que debamos ser intocables, es más, soy el primero que preconiza un reciclaje continuo en nuestra profesión para hacer honor a lo que yo considero debería ser nuestro lema por excelencia: un funcionario debería funcionar y hacer funcionar. ¿O no?

Almasy©

FRANK SINATRA: "My way"

viernes, 13 de junio de 2008

31. Epístola a la Historia

"Clío", musa de la Historia, por Julia Filipone


Estimada Sra. Dña. Historia:


Créame cuando le digo que siento profundamente el exilio forzoso al que ha sido confinada por el sistema: “Este tribunal sentencia que la Historia no sirve para nada, motivo por el cual se le condena a partir forzosamente hacia el país de las Ciencias Inútiles por tiempo indefinido”. Todavía martillea en mi cabeza el doloroso veredicto que tuve ocasión de escuchar. No obstante, le comunico que sus irreductibles acólitos seguimos resistiendo, ahora y siempre, las envestidas del numeroso ejército de las llamadas Ciencias Útiles. Sin duda que es nuestro ingenio el que nos sostiene, pues como usted bien sabe somos franca minoría. Verbigracia, la semana pasada, asistimos a una ardua batalla dialéctica que pretendía determinar qué ciencia merecía el título de “la más importante de cuantas existen”. “Las Matemáticas”, gritaban los del Frente Pitagórico; “La Economía”, enarbolaba la Guerrilla Mileurista; “La Informática”, blandía la Milicia Microsoft. Fue entonces cuando tomamos la palabra sus defensores apenas unos segundos, suficientes para los que fuimos dotados por las musas de gracia e inspiración, y nos arrancamos con nuestra sentencia particular: “Damas y Caballeros, la Historia no es la más importante de todas las ciencias, sino la única ciencia importante”. Gritos, abucheos, algún empellón incluso nos cayó entonces. También numerosas burlas fáciles sobre su persona, entre las cuales me dolió especialmente una que se refirió a usted como Doña Olimpiada. ¡Cuánta animadversión, qué descaro; pero cuánta hiriente verdad por otra parte! El sobrenombre se le ha atribuido porque argumentan las abyectas lenguas que usted solo sale a la palestra cada 4 años, como los Juegos Olímpicos, coincidiendo con la celebración de Elecciones Generales. Y no les falta razón a esos pérfidos rufianes, pues últimamente su protagonismo se reduce a esas malintencionadas campañas de aprendices de político que la utilizan para sus diabólicos propósitos: “¿España es una nación? ¿Desde cuándo? ¿Saben qué tipo de historia se estudia en las diferentes comunidades autónomas? ¿Conocen los libros de texto con los que se trabaja en cada institución escolar de nuestra geografía?” Especial jaleo se monta siempre que se delibera “¿cuáles son las naciones históricas de la piel de toro?” Corríjame si me equivoco, pero yo creo que todas, ¿no? Porque, ¿quiénes somos los mortales para determinar el grado de historicidad de otros de nuestro mismo grado y condición?

Estas y otras cuestiones reconocerá que se multiplican siempre que hay en juego votos que deciden gobiernos. ¿Y el resto del año qué? ¿Por qué un ser tan absolutamente excelso como usted no está en boca de todos? Ahora ni tan siquiera reconocen su utilidad de cara a la consecución de victorias en las míticas partidas de Trivial entre amigos o concursos televisivos varios. ¡Qué desfachatez, de desagradecidos está el mundo lleno! ¡Con lo que usted ha supuesto para la frecuentemente indigna, torpe y chabacana programación de la Caja Tonta!

¡Qué tiempos aquellos en los que Marc Bloc la agasajaba definiéndola con piropos como “ciencia de los hombres en el tiempo”! ¿Se acuerda? ¡Y qué decir de Lucien Febrvre cuando veía en usted la capacidad de “comprender y de hacer comprender”! El único necio que no percibió su valía fue Carlitos Marx, quien osó no encumbrarla a la categoría de infraestructura y la vendió por la siempre oportuna Economía. ¡Habrase visto! Empero, enseguida reculó y apellidó Histórico a su Materialismo. No sería tan necio después de todo el barbudo prusiano.

En fin Muy Señora Mía, que corren malos tiempos para la lírica, que diría el otro; mas descuide, pues sus fieles incondicionales continuamos la lucha en pos de su rehabilitación oficial, alentando el surgimiento de un nuevo Renacimiento y cantando a los cuatro vientos sus bondades.

Rogando de antemano disculpe los posibles inconvenientes que hayan supuesto para usted estas letras, se despide su humilde servidor

Almasy©



Miguel Bosé: "Don Diablo"

jueves, 5 de junio de 2008

30. Resaca Eurovisiva


He precisado de un par de semanas para que reposen en mi mente los acontecimientos vividos en el pasado Festival de Eurovisión y hoy por fin me encuentro en condiciones de escupir una manada de reflexiones al hilo del mismo:

I. LA CALIDAD MUSICAL: Evidentemente hace mucho, casi desde siempre, que Eurovisión no es un festival de canciones, sino de pachangas exclusivamente aptas para bailes de boda. Hasta aquí macanudo, pues no todo iba a ser regalarle a los oídos sinfonías, óperas y canciones de autor, sino que de vez en cuando resulta ciertamente saludable lo de embrutecerse. Lo que sí ya es preocupante es que precisamente el pachangueo se haya convertido en la referencia musical por excelencia de nuestro país y de otros muchos más (dejemos de pensar que somos siempre las únicas ovejas negras del rebaño). Decía en este sentido Amancio Prada, con más razón que un santo, hace un par de semanas en una entrevista, que actualmente se canta menos que nunca. Y justamente, lo que confirman festivales de esta índole es que nos hemos habituado a consumir un tipo de canción sin principio ni final definido, compuesta en una tarde y que da exactamente igual por donde la pongas, pues lo único que quedará será el martilleante estribillo plagado de términos absurdos (“bomba”, “mayonesa”…) y algún que otro cacofónico neologismo (“aserejé”) que todos hemos entonado en alguna ocasión e incluso bailado, yo el primero.

Argumentan que en Eurovisión parte con desventaja el que abre la gala porque a los telespectadores se les olvida la canción y es cierto. De hecho, cuando suena el último tema ya no sabes si el primero era de esta edición, de la otra o simplemente se trató de una ilusión sonora muy próxima a la condición de pesadilla. Empero, es lo que hay, y si no me creen enciendan su televisor todos los martes en primetime y sintonicen “Operación Triunfo”, esa verbena carísima que no ha hecho sino convertir a la mayoría de sus concursantes en cadáveres musicales de los que no se acuerda ni la madre que los parió. “Si es que no hay tajada pa´ todos”, suele precisar mi madre al respecto. Y atención que no alabo ni critico el producto con la intención de encumbrarme como un esnob ajeno a los programas comerciales y la telebasura, incluso admito haberme enganchado a alguna de las ediciones de OT; pero no me negarán que para que haya salido un Bisbal o una Chenoa, antes han caído más de 50 pobres diablos como moscas.

II.EL PRODUCTO NACIONAL BRUTO QUE NOS REPRESENTÓ: Mucho se ha discutido si el tal Roberto Chikilicuatre debía haber acudido a representarnos o no. Personalmente me parece perfecto porque, como ya he aclarado, lo que en Eurovisión prima no es la canción sino la pachanga y el “Chiki-Chiki” otra cosa no, pero de pachangueo y de astracanada va sobrado. Tanto que perjuro rasurarme el cráneo a la cera si alguien localiza algún antro discotequero veraniego en el que no suene el temita en cuestión (lo de “perjuro” en lugar de “juro” no es un lapsus, es por si algún listillo se las apañara para que no sonara en determinado garito con la firme intención de verme con el melón pelado al -1).

III.LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUEREN: Me refiero al periodista José Luis Uribarri que, con lustros de experiencia a sus lomos, sigue siendo un comunicador por excelencia digno de mención. De hecho, propongo que España deje de participar en el Festival cuando este jambo estire la pata (esperemos que todavía sea tarde, muy tarde, mi querido presentador), porque un tipo que lo mismo te presenta a Salomé en 1969 que al Chikilicuatre en el 2008 se merece todos mis respetos. Y lo clamo a los cuatro vientos a sabiendas de que el susodicho no será del agrado de todos, faltaría más, pero si el referente comunicador de este país es Jesús Vázquez yo prefiero despeñar la tele de plasma que no tengo. Fíjense que veo hasta más guapo a Uribarri que al tal Vázquez.

IV.COMO NO LO ENTIENDO ME CABREO: Aquí me referiré esencialmente al turno de votaciones del Festival en calidad de historiador desconcertado. Resulta que los montenegrinos dan su votación más alta a los serbios, estos a los bosnios, los armenios a los rusos… ¿Pero qué mierda de guerras han librado estos pueblos y qué independencias de todo a 100 han proclamado? Y no es que desee con este comentario alentar el mal entendimiento entre estas naciones, pero me cuesta digerir que en apenas unos años pueda pasarse de combatir a muerte en un campo de batalla a mandar un sms escribiendo “SERBIA 12 POINTS”. Si el atrabiliario Milosevic levantara la cabeza estaría seguramente alimentándose sin dentadura postiza a base de quicos para superar su depresión posteurovisiva. Si ya lo dice el eximio sabio Don Joaquín Reyes: “En la vida, a diferencia del Trivial, las respuestas no vienen en la parte de atrás de la tarjetita”.

Almasy©


REMEDIOS AMAYA: “¿Quién maneja mi barca?” (Eurovisión 1983: 0 points)