viernes, 29 de mayo de 2009

73. Mundo Rosa

No hace tanto el único programa de los asuntos rosas que contemplaba la parrilla televisiva era el más que digno “Corazón Corazón” de Televisión Española. Lo presentaba una tipa seria, talludita, que te podía gustar o no, pero que era creíble y trataba los devenires del papel couché con mucha clase. Por otra parte, en los quioscos te esperaba el Hola, el Semana, el Diez Minutos y para los más atrevidos y díscolos el Interviú. Disfrutábamos así de las dosis necesarias de frivolidad que los expertos de la salud recomiendan. Sin embargo, casi sin darnos cuenta, en el último lustro han proliferado de tal forma los espacios del corazón que ahora gobiernan por completo el mundo de la caja tonta y los estantes de los puestos que expiden revistas. Tanto, que podría decirse que diariamente asistimos a un monográfico del universo rosa salteado con trocitos de películas, series y telediarios. Y todo ello conducido por una recua de mariquitas de palo que flaco favor le hacen a un panorama homosexual históricamente más vinculado a la creación artística que a la de los vacuos chismes. ¡Si Óscar Wilde levantar la cabeza!

De esta manera, la peor versión de lo mundano gobierna nuestra vida cotidiana hasta tal punto que no tardarán en surgir grados y postgrados universitarios boloñeses que nos consagren como expertos en querellas, rupturas matrimoniales salpicadas de escándalos con la infidelidad por bandera y posados robados en las playas de nuestro litoral.

Además, ahora el vulgo ya no se siente mero espectador de este cosmos tradicionalmente copado por nobles y folclóricas, sino que desde la irrupción de lumbreras tales como Jesulín de Ubrique y la siempre refinada Belén ¿Me Entiendes? Esteban, se atreve a reclamar galones de protagonista en este percal.

Lo que parece desconocer la plebe es que no ha sitio para tantos, y que no tardando, frecuentemente apenas disfrutados los quince segundos de gloria correspondientes, se verán reducidos a menos que nada. Sobre todo aquellos que no tienen que ofrecernos más allá de un "me he acostado con Fulano, con Mengano o con sus respectivas mascotas domésticas".

Almasy©

Platero y Tú & Extremoduro & La Polla Records: "Juliette"


viernes, 22 de mayo de 2009

72. Tocante al aseo es matemático...


1. Acabar de adecentar los baños o cumplir con el pertinente aseo personal de los bajos fondos y que te entren ganas de sacar la leña al patio.

2. Aspirar el coche a fin de evitar la inminente aparición de ecosistemas alternativos en el habitáculo y que tengas que acarrear a un moñas cuyos zapatos se encuentran entafarrados de boldre.

3. Dejar la vitrocerámica limpita como una patena y que a alguna mente perversa se le ocurra que para comer tocan huevos fritos.

4. Finalizar el cepillado de tu boquita de piñón y que alguien nos ofrezca uno de esos dulces que remedan el cemento armado; léase un Ferrero Rocher plagadito de almendras.


5. Llevar al crío limpio como el jaspe a la consulta pediátrica de rigor y que nada más desvestirlo salude al doctor con un postril a tres bandas: cagada, meada y ventoseada.


6. Terminar de completar unos buenos pases de fregona y que el inoportuno de marras tenga que atravesar el piso todavía humedecido que dejaste como los chorros del oro.


7. Salir de casa ataviado más bonito que un San Luis con el cabello tope enlacado y que nos caiga una chupa de agua que arruine nuestro peinado molón y dé al traste con el traje de los domingos.


8. Concluir tu reconfortante ducha diaria calentita y que la parienta te invite a montar uno de esos muebles del IKEA con los que te agarras una sudada de tres pares de huevos.


9. Intentar acicalarte las patillas como las de tu actor favorito, no atinar, y acabar por rasurártelas al más puro estilo “recién fugado de un psiquiátrico”.


10. Necesitar darte el baño del siglo y que el agua esté fortuitamente cortada o salga fría, teniendo que conformarte en este caso con un lavado de gato o el siempre socorrido polaco, es decir: cara, culo y sobaco.


Almasy©



ALASKA: No se ría

viernes, 15 de mayo de 2009

71. Dicen que vas diciendo

Hace una quincena me rencontré con un antiguo amigo del alma que hacía tiempo que no veía. Feliz como una perdiz me abalancé efusivo a fin de estrecharlo entre mis brazos, cuando de repente observé que me torció el morro displicente. Extrañado, contuve mis afectos y recurrí al verbo. “¿Pasa algo Fulano?” “Pues pasa que me han dicho que me vas poniendo por ahí verde que te quiero verde”. Fue entonces cuando me calenté más que un brasero de los de antaño y solo pudo salir de mi boca un sincero “vete a la real mierda” acompañado por un rotundo “tú eres tonto y en tu casa no lo saben”.

Y es que no soporto a quienes dan por buenas las informaciones resobadas por emisores y receptores varios. Tal vez sea una cuestión de deformación profesional, derivada de mi condición de historiador y la manía persecutoria que estos profesionales mostramos para con las fuentes primarias. “Si quiere usted entender a Karl Marx, lea a Karl Marx, caballero”; recuerdo que me insistía taciturno uno de mis admirados profesores. Y no le faltaba razón, porque en cuanto nos dejamos llevar por el me han dicho que has dicho que dijiste, retrocedemos a la tierna infancia para embarcarnos en aquel juego que conocíamos como el “Teléfono Escacharrado”. ¿Se acuerdan? Te ponías en círculo, cuantos más mejor, le soplabas algo al oído del de tu diestra y así hasta el final de la cadena, resultando que el primer eslabón había dicho “Mi abuelo cuida árboles frutales” y el último entonaba dubitativo algo parecido a “En mi pueblo a todos les huelen los pies a cabrales”. Moraleja: con el boca a boca el mensaje inicial se distorsiona sí o sí. En ocasiones porque algún malintencionado metía la cuña chorra aposta, en otras, y esto molaba mucho más, porque directamente la precipitación del intercambio de información daba al traste con el original.

Algo parecido, por no decir idéntico, ocurre cuando damos por cierto el “Me han dicho que has dicho” sin recurrir al supuesto responsable de la afirmación para interrogarlo directamente, haciendo gala así de una extraordinaria falta de personalidad y madurez que además suele desembocar en enfados monumentales.

¡Cuántos malentendidos nos ahorraríamos, Cielo Santo! Y sin embargo, parece que nos va la marcha y renunciamos a aprender la lección, pues sigue siendo habitual lo de asumir como Mandamiento Inexorable del Señor lo que nos dicen que se ha dicho.

Así se lo hice saber cuando me calmé al amigo del que les hablaba al principio, consiguiendo que este reculara para que finalmente fuésemos otra vez felices sin necesidad de comer perdices.

Almasy©

RADIOHEAD: "Idioteque"


jueves, 7 de mayo de 2009

70. Papel mojado


Convendría a todos los alumnos y padres de alumnos adolescentes leer estas líneas. Y no porque presuntuosamente piense que son merecedoras del Nobel de Literatura, pero tras su lectura convendrán conmigo que son bastante razonables. Sin embargo, con casi total seguridad, a los que más atañería este mensaje, jamás accederán al mismo. Algunos porque ignoran estas formas de publicación contemporáneas que son los blogs; otros, porque aunque las conozcan y manejen, tienden a huir de cualquier invitación a la lectura que incluya más allá de dos líneas seguidas. En este segundo caso se me ocurre que algo de culpa tendremos los adultos, pues como rezaba una campaña publicitaria a este respecto: “Si tú lees, ellos leen”; ergo, deduzco que: “Si tú no lees, ellos no leen”. En definitiva, me da en la nariz que a esta manada de palabros solo accederán los que menos los necesitan. Como casi siempre. No obstante, dejaré una ventana abierta a la esperanza y me repetiré insistentemente que las casualidades y la fortuna también tienen cartas en esta timba y que, tal vez, un amigo de un amigo de un primo segundo mío que hace tiempo que no veo, lea estas líneas y se las transmita a alguien que sí necesitaba conocerlas. Pues bien, localizado el receptor más apropiado, comento.

En las últimas semanas ha sido recurrente el toparme con antiguos alumnos de esos que en su tiempo abandonaron los estudios o simplemente los completaron sin pena ni gloria. “¿Cómo te va Fulanito?” “Estoy en el paro, profe”. Y es que en tiempos de crisis los primeros en caer son los que hicieron lo justo o ni siquiera eso. Los que obviaron los plomizos consejos de algunos padres y educadores que les insistimos en que debían formarse mucho y bien, pues les restaban 40 ó 50 años para trabajar. Ahora quién sabe si 60, tal y como se está poniendo el cotarro. Muchos optaron por curros poco o nada cualificados que rápidamente les permitieron acceder a lujos tan innecesarios como un cochecito con sus correspondientes accesorios de tunning en los que ahora reza un cartel de SE VENDE. Y créanme que no existe nada más satisfactorio que equivocarse en alguna predicción fatal. A mí al menos no me pone ni poco ni nada regodearme con el “te lo dije”. Sin embargo, ¡qué pocas veces erramos!


A muchos de estos todavía jóvenes les atenazan ahora unas letras que no son precisamente las de nuestro alfabeto. Y lo peor de todo es que realmente la sociedad que nos ha tocado vivir les insiste en achacarles que no saben hacer nada productivo. Vamos, que si se tercia los podríamos tirar a la basura. Eso sí, al contenedor de orgánicos, que como mínimo son seres humanos y además estamos en la era del desarrollo sostenible. Los que todavía están a tiempo, que tomen conciencia de que su calidad de vida futura será directamente proporcional a la formación adquirida. No me sean necios pues y aprovechen el tiempo, que a los que mandan les sigue interesando la proliferación de cazurros que sigan haciendo las veces de burros de carga. Buena prueba de ello es que ningún mandamás haya apuntado a la educación como solución a la crisis.


¿Eran o no eran razonables estas líneas? Empero, pena penita pena, siento que no han calado. Adiós, palabras, adiós, que ya os está llevando el viento.


Almasy©


El Último de la Fila: "Como un burro amarrado en la puerta del baile"