Créanme que la espera me consume, me agota, me satura. A bocados me como las uñas aguardando el gran momento. Porque cuando el nuevo presidente y sus acólitos aterricen en el poder una nueva era se iniciará en la historia de país.
A buen seguro, nada más tomar posesión del cargo, me devolverán el salario arrebatado injusta y pérfidamente por el gobierno socialista presidido por “El Cejas”. ¡Qué coño devolverme, Mariano y los suyos me lo triplicarán reconociendo la función pública que desempeño! Ya lo estoy viendo tirando de móvil y dirigiéndose a la Aguirre con esa dislalia tan mona que le caracteriza en estos términos: “Esperancita querida, luz verde para agasajar al Sr. Almasy y ponérmelo a la altura de un catedrático de universidad cuando menos. Y que se explicite en la nómina para que nunca olvide la mano que le da de comer”. “Don Mariano, me ofende”, le respondería, “¡cómo voy a olvidar que todo lo que tengo y soy se lo debo a usted!”.
Además, entiendo que el tremebundo incremento salarial de los enseñantes vendrá acompañado de la correspondiente reforma educativa que acabe con esta farsa de la LOE que nuevamente nos han colado los del Pesoe. “¡Basta ya!”, dirá el nuevo ministro de educación del Pepé. E inmediatamente esbozará el borrador de la RELOCE, ley que contemplará valores como el esfuerzo, la excelencia, el impulso de las nuevas tecnologías y fundamentalmente la propagación del bilingüismo por tierra, mar y aire a todos los rincones de la Península. De hecho, se acabarán definitivamente las clases en español, pues total es una mierda de idioma que solo hablan quinientos millones de holgazanes aplatanados por el sol. ¡Cuán hermoso será en mi caso explicar la Historia y la Geografía de España en la lengua del excelso Shakespeare y no en la del mediocre Cervantes! Ya me estoy metiendo en el papel: “The Cid was an Spanish hero who fought against the muslims…”, “The Alberche is one of the most important rivers in the Madrid Community…”. ¡Ya era hora de ponerse a la altura de Gran Bretaña, Francia o Alemania, naciones donde a buen seguro estudian la historia y la geografía de su país en una lengua extranjera!
Se acabará también esa ridícula reforma del límite de velocidad en autovía y podré apretarle las tuercas a mi endiablado bólido, que el pobrecito mío tiene el motor azorrado por culpa de Rubalcaba y sus secuaces. “Lo pué usté poner a 180 km/h sin despeinarse”, me informó el castizo comercial del concesionario cuando lo compré. Y al día siguiente Alfredín and company se sacan de la manga una ley absurda a la par que fascista. Menos mal que la cordura volverá también a nuestra red viaria con los nuevos inquilinos de la Moncloa.
Mi compadre Perico, que regenta un bar junto a una parada de taxis, también está como loco con la buena nueva. “Digo yo”, comenta, “que se volverá a fumar en los bares, ¿no?”. “¿Acaso lo dudas Periquín? ¿No has visto los purazos que se mete pal cuerpo Mariano?”. Y no le miento más grandes éxitos en esta línea porque Periquín anda algo flojo del corazón y yo creo que no se lo resistiría; pero me juego un cojón y parte del otro a que el Pepé reabre la posibilidad de fumar hasta en el interior de hospitales y centros educativos. Fijo. No en vano hablamos de un partido adalid de las libertades que pondrá sobre la mesa cuestiones como “¿y quiénes son ustedes para prohibirme a mí echarme un cigarro antes de entrar en consulta, o mientras hago un examen? ¿No estoy en mi derecho? ¡Fascistas, que son ustedes son unos fascistas!”.
La edad de jubilación volverá justa y razonablemente a los 65 años, e incluso si me apuran, se contemplará la posibilidad de bajarla a los 45, pues el nuevo gobierno perseguirá por encima de todo el bienestar del ciudadano y que este se libere de la carga laboral aproximadamente en la mitad de su vida para que disfrute de los placeres terrenales cuando todavía goza de una impecable salud. Eso sí, sin pasarse de la raya que luego habrá que rendir cuentas ante el Altísimo.
Se acabará definitivamente con los derechos de autor y podremos descargarnos de internet hasta los discos que no estén editados y en materia de política exterior saldremos de todos los conflictos internacionales en que nos hayamos inmersos y volveremos al lugar donde nunca debimos salir: Irak, por supuesto. El único rincón del planeta donde se nos recibe con salvas y nuestro ejército puede desempeñar sosegadamente misiones de paz, que para eso son los ejércitos, oiga usted. Que si hoy reparto a los bagdadíes botes de leche condensada para que se chupen los dedos. Que si mañana les acerco a los de Mosul unas latas de atún en conserva que les van a saber gloria bendita. Y mientras los americanos a lo suyo: buscando armas de destrucción masiva, que es gerundio. Lo de buscando, lo otro ya no.
Y como esto mucho más. Muchísimo. Todo, diría yo. Una detrás de otra. Concluirá la corrupción, se desintegrará la burbuja inmobiliaria, desaparecerá por completo el paro, el aborto se prohibirá por decreto ley y dejaremos de nombrar a los homosexuales con apodos ramplones (“Gay”) para devolverles nombre y apellido (“Maricón de Mierda”).
Ay, caray, ya lo estoy viendo, que cerquita está. Tanto que puedo tocarlo. Ya cuento impaciente los días, las horas, los minutos, hasta los segundos.
Almasy©
Los Enemigos: "La cuenta atrás"
5 comentarios:
¿Así sea? ¿Así será? ¿Seremos? ¿Sosearemos (más)? ¡Seamos seri@s!
¡Seamos! ¡Somos! ¿Sí? ¡Psiiiiiiiiiii! ¡Sooooooooo!
¡SUERTE! (Si nooooooo)
¿No es terrible que la mala gestión de unos nos entreguen al soberbio autoritarismo de los otros?... ¿De verdad no hay otras posibilidades?...
Snif.
antiommy es la palabra de verificación... ¿No tiene cierta semejanza fónica con "antitodo?...
Con la ironía,socarronería y humor que te caracteriza, ya te vale...
Llegará,llegará ese día en el que al levantar la vista nos acordemos del "Cejas"y algunos de sus errores con nostalgia.Ya nos pasó con Maraval...
No vislumbro yo tiempos mejores.
Muy bien, Jaime!
Hoy sí que has estado simpático!
Casi te sales...
Habrá que confiar en que todo lo que nos pase no dependa ni del cejas ni del pepe, y algo nos saldrá bien. Contigo, ambos dan para reírnos un poco.
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