jueves, 17 de junio de 2010

121. Ego

Hoy me he levantado con el ego crecido. Un cúmulo de circunstancias favorables acaecidas en las últimas semanas son las responsables de que haya amanecido con el pecho henchido y una mueca sonriente en el careto. Y he optado por disfrutarlo y tirar de máxima renacentista: Carpe Diem, pues se me antoja que tal vez mañana puedan venir mal dadas y al menos me quede el consuelo de decirme: ¡qué me quiten lo bailao! Así que en la entrada que nos ocupa aterrizo en plan Paco Umbral, a hablar de mí y de mi libro, y en ausencia de abuela que me dore la píldora yo mismo con mi mecanismo me dispongo a narrarles algunas notas características de mi personalidad. Le ahorro pues a los marrajos paparazzis el indagar esos secretillos (in)confesables que rondan a cada uno de los mortales.

Como firmaría el mismísimo Javier Clemente, otrora entrenador de la Roja, no me considero especialmente listo; pero tampoco soy idiota. Intuitivo sobre todo, observador antropólogo tal vez, lo cual me ahorra algunos disgustos y me permite adelantarme a más de una de esas situaciones comprometidas.

A veces pienso, y esto es dejar que florezca la autocrítica y lo demás es tontería, que si fuese guapo y tuviese dinero sería recalcitrantemente insoportable. Por ahora, y mientras no pase por quirófano o me toque la lotería, solo soy insoportable.

Culo inquieto y mente inconformista, a veces en exceso, pues esta aparente cualidad me impide con frecuencia disfrutar del momento y me empuja a enmarañarme en lo que está por venir. Manía la mía la de no saber pararme en el presente y querer adelantar el inminente futuro.

De culto, lo justo y necesario, aunque con pretensiones de crecer, lo cual no es poco en los tiempos que corren. De religión, cero patatero, aunque ganas me quedan de poder y saber creer, no se piensen, pues en más de una ocasión he manifestado que los fieles a un credo deben vivir con más paz interior que los herejes incrédulos como yo.

Gustos variopintos y en ocasiones hasta inesperados por parte del personal que me rodea. Y si no que se lo digan al par de colegas que acarreé en mi coche hace algunas semanas y se quedaron estupefactos cuando en el equipo de música del vehículo comenzó a sonar un cedé de la Pantoja. Pero qué culpa tengo yo si se me pone el bello enhiesto cuando la oigo entonar eso de “no te aferres, ya no te aferres a un imposible, ya no te hagas, ni me hagas más daño, ohhh”.

En cuanto a vicios probablemente solo uno que dicen que es hasta pecado capital: la gula. Dulce y salado, no soy racista. En estos precisos instantes el cuerpo me pide dulce. Nada necesariamente selecto ni sofisticado. De hecho, al tiempo que culmino esta entrega, muero por un par de bollitos industriales de la pantera rosa de esos que se te adhieren a las arterias hasta el Día del Juicio. ¡Qué le voy a hacer si yo no nací en el Mediterráneo!

Almasy©

ISABEL PANTOJA: "Así fue"


2 comentarios:

MARIBEL dijo...

Genial, como siempre. Sin embargo hoy no estoy del todo de acuerdo contigo: ¿Qué no eres guapo? Pregúntale a tu madre a ver que te dice. No olvides que la guapeza es absolutamente subjetiva, y que lo que a unos les parece hermoso a otros puede resultarle insulso y hasta desagradablemente feo y viceversa.
Hay quien asegura que la belleza de las personas está en su interior, pero yo añado que la belleza sale al exterior por los ojos: Nadie que exprese amor, entusiasmo, ilusiones... es feo.

¿No crees que todo el que dice que le gustaría creer ya está creyendo?

Anónimo dijo...

POR SI EL EGO ERA POCO...

Un tipo que desborda vitalidad.Excelente y generoso profesional.Buen amigo.Un lujo literario para los desayunos de los viernes.
GRACIAS.

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