jueves, 4 de noviembre de 2010

137. Preliminares

Dicen de ellos que son los antecedentes a una empresa de mayor índole, pero en realidad frecuentemente superan con creces a lo que está por venir. Los encontramos por doquier, ejerciendo de preámbulos antepuestos a la acción en sí, y hoy aterrizan en esta bitácora para reivindicarse en sociedad.

Son famosos por excelencia los sexuales que preceden a un coito reincidentemente sobrevalorado, pues el buen amante deja su impronta en los juegos anteriores al clímax, ejerciendo como ingeniero del amor que acierta a pulsar los interruptores que corresponden, lejos del precipitado y torpe neófito al que solo le obsesiona ir al tema.

Me excitan también los que se nos brindan en los visionados de películas bajo la denominación anglosajona de “trailers”. Tanto es así que reiteradamente me han cautivado más que el film que les sucede y en no pocas ocasiones me ha tentado gritarle al proyector que sustituyese el rollo programado por el que contuviera alguna de las propuestas cinematográficas saboreadas en esos excitantes pedacitos previos.

Otros que me apasionan son los que acontecen con anterioridad a algún evento deportivo de magnitud. Verbigracia, en los mal llamados derbis futbolísticos del siglo –llevamos ya tantos que al siglo le van quedando pocos huecos–. Estos suelen iniciarse al menos una semana antes del encuentro en cuestión, que se calienta convenientemente con declaraciones altisonantes, resúmenes de partidos de años anteriores que acostumbran a remontarse al principio de los tiempos, estadísticas que llegan a medir hasta los nudos de lazada que los jugadores llevan en las botas y especiales televisivos varios jalonados a lo largo y ancho de la parrilla televisiva: conexión en directo con los equipos entrenando, conexión en directo con los equipos almorzando, conexión en directo con los equipos en el masajista, conexión en directo con los equipos en el autobús, conexión en directo con los equipos en su hotel de concentración, conexión en directo con los equipos cagando... No me negarán que son apasionantes, tanto que si el partido luego no está a la altura de las circunstancias, algo por otra parte bastante frecuente, serán lo único que permanezca en nuestra retina.

¡Y qué decir de los culinarios, y más específicamente los que se presentan antes del primer plato bajo la denominación de entremeses o entrantes! En algunos bodorrios, más suculentos incluso que el propio menú de la celebración. ¡Con el pastón que pagaron los novios y resulta que lo mejor del convite fueron las empanadillas y el pinchito de tortilla servidos nada más aterrizar en el restorán!

Como prólogos, prefacios y hasta proemios los he visto presentarse en libros. Los pobrecitos míos son los grandes olvidados de la Madre Literatura, pues con frecuencia los lectores solemos ignorarlos por mor de la avidez que nos empuja a ir al grano del primer capítulo. Craso error, pues en estos exordios se avanza o se desgrana en no pocas ocasiones la esencia misma de lo que está por venir. Dicho de otro modo, que a veces te libera incluso de leer la obra de marras, lo cual se agradece cuando intuyes que esta no va a ser de tu agrado. Aunque si les soy sincero, a este respecto sigo al pie de la letra las instrucciones que daba Ricardo Baroja, quien venía a decir que la ventaja que ofrecen los libros, a diferencia de las personas, es que no tienes por qué guardarles respeto alguno si consideras que no te satisfacen. No ha lugar a los modales ni al saber estar en estos casos. ¿Qué no te engancha?: carpetazo de turno y a otra cosa mariposa, que no está el asunto como para darle a un libro 100 páginas de oportunidad a fin de que se ponga interesante. De hecho, siendo franco, a buen seguro que más de la mitad de lecturas que he iniciado a lo largo de mi vida no he podido terminarlas porque no me llenaban.

Llamativos también son los que se desarrollan antes de unas elecciones. A la vista tenemos las municipales y autonómicas y ya me estoy retorciendo del gusto solo de pensar en la campaña previa al acontecimiento en cuestión. Y no me refiero a los debates televisivos y al fuego cruzado de declaraciones de unos y otros. Todo eso me la refanfinfla. A mí lo que me interesa es observar cómo en los meses anteriores al evento me arreglarán la acera en la que siempre se me atraviesa el carricoche de la zagala, vislumbrar cómo desaparecen los incómodos a la par que ramplones grafitis que gobiernan mi fachada, toparme con la autovía que frecuento definitivamente libre de obras y recibir misivas en mi buzón postal en las que me recuerdan lo importante que soy para el futuro de mi municipio.

Finalmente, no me resisto a rematar este asunto de los pres- con una chanza ad hoc: dicen que era un tipo con el pene tan descomunal que tenía prepucio, pucio y postpucio.

Almasy©

MOZART: "Obertura La Flauta Mágica"


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