jueves, 15 de abril de 2010

112. Las palabras

Tanto los lectores habituales como los ocasionales de esta bitácora habrán deducido que soy un enamorado de las palabras. No en vano es lo único que nos diferencia del resto de seres vivos e inertes que pueblan la faz de la tierra. Asimismo, habrán percibido el especial interés que pongo en combinar las más cultas con las más soeces y vulgares. Dicha actitud no es fortuita, sino que responde a una concepción muy particular del lenguaje: no existen combinaciones imposibles, sino cocineros torpes, aburridos e incapaces de armar un guiso decente con ingredientes variopintos.

Precisamente de palabras va hoy la cosa. De las que suenan feo que te rilas, de las que cautivan la oreja por su extraordinaria belleza y de las que llenan la boca al pronunciarlas por su inefable contundencia.

Entre las más feas que conozco estaría “CALZONCILLO”. No tiene arreglo la pobre. Da vergüenza hasta mentarla y cualquier otra alternativa para evitarla tampoco es gran cosa. “SLIP” suena demasiado esnob y “GALLUMBO” excesivamente vulgar. Y ya si pensamos en su significado apaga y vámonos: portadores de meriendas masculinas. Cosa horrenda se mire por donde se mire. Espantosas también donde las haya estarían “ESCURRIDERA”, “BRAGUETA”, “POLAINA”, “MARICONERA” y “PIRULA”.

Entre mis particulares biensonantes estaría “ENCRUCIJADA”. De ella me enamora particularmente el regusto que te deja en el paladar, como el buen vino. Tampoco es manca “CRISOL”, ni “ABIGARRADO” y ¡qué decir de “RESUELLO”, si solo con insinuarla unos instantes me conmuevo sobremanera! Asimismo, me encandilan otras como “MISCELÁNEA” o “IDIOSINCRASIA”. Y no se piensen que entre las biensonantes que adoro se hallan únicamente términos que, amén de regalarme los oídos, encierran significados bondadosos y reconfortantes. ¡Los dioses me libren de no saber distinguir belleza de acepción! Prueba de ello es que entre mis favoritas se encuentran también palabras como ATRABILIARIO y, a pesar de su carácter tormentoso, mi idolatrada PROCELOSO. ¡Toma pareado de aúpa!

De las contundentes me quedo con “MARICÓN” porque suena de una vez, entera, frontal, preclara. Los amigos homosexuales que tengo la utilizan constantemente para mentarse y mentar sin tinte peyorativo alguno. “Maricón esto”, “Maricón lo otro”. Tampoco dejan lugar a equívocos “GILIPOLLAS” o “SUBNORMAL”. Esta última jamás debe emplearse erróneamente para referirse a los discapacitados intelectuales, sino para evocar seres aparentemente normales cuyas estupideces te toca sufrir a diario. Y créanme, ¡habitan entre nosotros! Pero la que sin duda se lleva la palma es “COJÓN”, y más concretamente su plural “COJONES”, que bien combina con carne, con pescado y con lo que le echen. Guiso en la que la coloques, guiso pleno y redondo. De hecho, los recetarios deberían brindarle un homenaje por la cantidad de platos que ha generado. Desde “Tonto de los cojones”, a “Mis cojones treinta y tres”, pasando por “Lo que me ronca los cojones” y hasta “Por encima de mis santísimos cojones”. Suculentos todos ellos.

Estas son mis palabras. ¿Se animan a contarme las suyas?

Almasy©



NANCY SINATRA: "These boots are made for walking"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado autor del blog:
Realmente las sociedades siempre han funcionado a taves de la palabra. Esta palabra ha servido como nexo de armonizaci´´on entre las personas.
La palabra en si ha cambiado de signos externos a traves de los tiempos. Recordemos como muy proximo a nosotros las glosas Silenses y Emilianenses que simplemente son unas deformaciones del latin culto, plasmandose posteriormente en nuestra lengua castellana.
Hoy dia esos terminos estan evolucionando hacia no se donde.
Pero siempre, como bien manifiestas, los hombres tendran una normativa para entenderse y comunicar su esencia intrinseca.
Anonimo.

Anónimo dijo...

Una vez más jaime, consigues sacarme una grán sonrisa cada vez que leo tu blog y no se porque cada vez añoro al instituto del que salí ya casi un año y a los profesores que me dieron clases,entre ellos tú,(y fijate que os tengo realmente al lado, cada vez que salgo de la universidad puedo veros desde lejos jaja). En cuanto al tema del que trata esta entrada pues he de decir que sí... todos tenemos desgraciadamente unas "palabritas" que involuntariamente se nos escapan o que no nos gustan escucharlas, pero bueno ,¿de todo tiene que haber en la vida no? Por cierto,yo me quedo con la palabra "GALLUMBO", se me ha quedado grabada que se le va a hacer jaja. Bueno de nuevo enhorabuena por ese pedazo de blog que has hecho y espero tu siguiente entrada! Un abrazo muy fuerte. Andres Gonzalez (Rayuela)

Isabel Martínez dijo...

A mí me encantan "áptero" y "epicúreo" (debo de tener algo de mal poeta, que se me cuelan los esdrújulos) y no soporto "tresillo", ni "córcholis". Por eso estoy de acuerdo contigo en que hay cosas que necesitan una palabra contundente.
He intentado encontrar la etimología de "gayumbo" (lo he visto escrito con "y", pero no te confirmo ni te desmiento tu "ll" porque no sé cómo se escriba realmente: en RAE no aparece y en sus "corpus" de datos, sólo en CREA 1 vez y con "y"), pero he dado palos de ciego.
Como siempre, tu blog, ameno y con un poquito de acidez para afilar los sentidos.
También leí tu siguiente entrada de Eurovisión. Una vez más el país se muestra tal y como viene siendo desde hace años: "charanga y pandereta" que dijo el poeta (¡otro pareado!).
Salud.

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