viernes, 11 de diciembre de 2009

94. Puente de la Constitución

7 de diciembre. Amanece un día destemplado y lluvioso que invita a guarar en casa; pero el caso es que el cuerpo me pide aire fresco, así que preparo los bártulos para una escapadita mañanera. ¿Dónde vamos? Las posibilidades son reducidas si tenemos en cuenta que el lote viajero cuenta con una bebé y un cojitranco amarrado a unas muletas no precisamente taurinas. ¿Centro comercial o Congreso de los diputados? No hay mucha diferencia, no se crean, pues ambos albergan empleados dispuestos a sacarte los untos. Finalmente nos decantamos por el Centro Comercial Xanadú. Próximo, bien equipado para los críos y repleto de locales en los que pulirte los dineros que ganas y los que no. Además, supuestamente es laborable, así que debe haber cuatro gatos y un ciervo. Craso error de cálculo, querido Watson. Riadas de plebe motorizada petan el acceso a nuestro destino. ¿Pero no eran los profesores los únicos que disfrutaban de todos los puentes, acueductos y vacaciones habidos y por haber? Y un cojón de pato mareado. Apuesto una meninge a que hoy solo deben currar en España los dependientes del citado Xanadú. También se nos complica el estacionamiento del vehículo. Otra mala señal, sobre todo teniendo en cuenta que son las 9.30 horas in the morning. Los atascos en esta ciudad de locos, amén de indefectibles, ya no respetan ni los madrugones. Nueva odisea para conseguir el primer café de la jornada en una de esas franquicias de hostelería con el encanto en el orto. Encima me lo han puesto sin la espumita de rigor. Vamos de culo y contra el viento. Si lo sé me lo tomo en casa. Mientras hacemos que desayunamos siguen desembarcando reatas de gente. Algunos vienen equipados hasta con bolsa de viaje para pasar el día. ¿Qué será lo próximo? ¿Acampar en el parking? ¿Traerse neverita, paellera y barbacoa para ponerse manos a la obra en mitad de alguno de los vastos pasillos de la instalación? ¿Calentarse el tupperweare con los filetes empanados en el microondas de la sala de lactancia?

Me detengo a contemplar el gasto del personal y el caso es que no se corresponde con la ingente cantidad de consumidores en potencia que pueblan la estancia. Mucha mirada, mucho paseo, pero poco echar mano a la faltriquera. Los dependientes, por su parte, más atareados en la limpieza de suelos y estantes que en la facturación de compras. “Buenas, ¿puedo ayudarle?” “Solo estoy echando un vistazo, gracias”. Concluyo que la crisis habita entre nosotros, no hay duda, y que pasar el día en los centros comerciales ha sustituido las tradicionales incursiones a la sierra. ¡Bye, bye, Navacerrada!

Y todos, en mayor o menor medida, hemos sucumbido a la llamada de la selva. Beeee, dice el adocenado borrego. Nuestros esfuerzos por desmarcarnos de la masa han resultado estériles. Sí amigo, no mires para otro lado como si la cosa no fuera contigo. También tú estás en este ajo globalizado que tanto repite. ¿O acaso puedes jurar que no has puesto tus pies y tu fina estampa en algún centro comercial o similar en el último mes? No mientas picarón, o Pinocho será el portador de una discreta napia si la comparamos con la que va a crecerte a ti.

Ahítos y con el ánimo tocado por mor del fatal desarrollo de nuestras evoluciones, decidimos poner pies en polvorosa antes de lo previsto, no sea que además de la ñorda de jornada que llevamos, todavía pillemos caravana de retorno. La próxima vez toca Congreso. O mejor: me quedo en casa.


Almasy©


HECHOS CONTRA EL DECORO: “La llave de mi corazón” (BSO Barrio)

2 comentarios:

Sofi dijo...

Jaime ir ahora a xanadú es una locura, encima que es navidad y hay que consumir la máximo jajaja. Crisis? no sé yo eh? a algunos no se les nota mucho. Un abrazo enorme!!!

QMPilar dijo...

Yo prefiero un buen partido de baloncesto en una cancha pequeña y bulliciosa a ser posible sin madrugón. Y te diría que tampoco está nada mal un buen restaurante, sale algo más caro pero "la cocinera o cocinero habitual merece un descanso". Si bien este puente yo he optado por "tener invitados", de vez en cuando también es agradable. bss

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