viernes, 15 de mayo de 2009

71. Dicen que vas diciendo

Hace una quincena me rencontré con un antiguo amigo del alma que hacía tiempo que no veía. Feliz como una perdiz me abalancé efusivo a fin de estrecharlo entre mis brazos, cuando de repente observé que me torció el morro displicente. Extrañado, contuve mis afectos y recurrí al verbo. “¿Pasa algo Fulano?” “Pues pasa que me han dicho que me vas poniendo por ahí verde que te quiero verde”. Fue entonces cuando me calenté más que un brasero de los de antaño y solo pudo salir de mi boca un sincero “vete a la real mierda” acompañado por un rotundo “tú eres tonto y en tu casa no lo saben”.

Y es que no soporto a quienes dan por buenas las informaciones resobadas por emisores y receptores varios. Tal vez sea una cuestión de deformación profesional, derivada de mi condición de historiador y la manía persecutoria que estos profesionales mostramos para con las fuentes primarias. “Si quiere usted entender a Karl Marx, lea a Karl Marx, caballero”; recuerdo que me insistía taciturno uno de mis admirados profesores. Y no le faltaba razón, porque en cuanto nos dejamos llevar por el me han dicho que has dicho que dijiste, retrocedemos a la tierna infancia para embarcarnos en aquel juego que conocíamos como el “Teléfono Escacharrado”. ¿Se acuerdan? Te ponías en círculo, cuantos más mejor, le soplabas algo al oído del de tu diestra y así hasta el final de la cadena, resultando que el primer eslabón había dicho “Mi abuelo cuida árboles frutales” y el último entonaba dubitativo algo parecido a “En mi pueblo a todos les huelen los pies a cabrales”. Moraleja: con el boca a boca el mensaje inicial se distorsiona sí o sí. En ocasiones porque algún malintencionado metía la cuña chorra aposta, en otras, y esto molaba mucho más, porque directamente la precipitación del intercambio de información daba al traste con el original.

Algo parecido, por no decir idéntico, ocurre cuando damos por cierto el “Me han dicho que has dicho” sin recurrir al supuesto responsable de la afirmación para interrogarlo directamente, haciendo gala así de una extraordinaria falta de personalidad y madurez que además suele desembocar en enfados monumentales.

¡Cuántos malentendidos nos ahorraríamos, Cielo Santo! Y sin embargo, parece que nos va la marcha y renunciamos a aprender la lección, pues sigue siendo habitual lo de asumir como Mandamiento Inexorable del Señor lo que nos dicen que se ha dicho.

Así se lo hice saber cuando me calmé al amigo del que les hablaba al principio, consiguiendo que este reculara para que finalmente fuésemos otra vez felices sin necesidad de comer perdices.

Almasy©

RADIOHEAD: "Idioteque"


2 comentarios:

Adrián F. Vellé dijo...

Muy cierto, eso pasa muchas veces, demasiadas. Quien sabe, el afán humano de enredarlo todo... Por cierto, gran canción ^^

Anónimo dijo...

Qué difícil es ser objetivo en la vida y consecuente para que a la otra persona a la cual hacemos referencia no se sienta ofendida y maltrecha porque hemos deformado su realidad a través de un tercero que nos ha interpretado mal y va y se lo casca enturbiado.
¿ Mentir o no mentir?. Ahí está la cuestión. Sinceramante creo que de una manera meridiana forma parte de nuestra vida que yo he dicho, que tú has dicho, he dejado de decir, que me han contado, que has dejado de decir, pero deduje.......
Vivimos en un mundo donde todos dependemos de todos, de lo que piensen de nosotros, de la imagen que los demás tienen de nosotros,
Es difícil ser absolutamente sincero.¿ Podemos ser honestos siempre, no traicionar a nuesttros principios?La gravedad de ese chismorreo radica en el daño ocasionado a los demás.
Siempre hay que tener presente que yo o un tercero debe tener cuidado con el daño que pueda afectar alos demás.
Una vida honesta y transparente no es nada fácil, pero que nada fácil

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