miércoles, 17 de octubre de 2007

3. "Cuento de los odiados odiantes violentos"

     Jadeaban todavía después de asestarse los últimos golpes. El ambiente rezumaba un pastoso olor a odio irracional y sus cuerpos aún desprendían sangre, sudor y lágrimas cuando las fuerzas de seguridad los detuvieron. Fueron conducidos ante el “Juez de los Casos Probablemente Perdidos” y este los interrogó a un tiempo:

-¿De qué región provienen ustedes?

-De la comarca de los “Seres Supuestamente Humanos”.

-¿Se odian?

-Sí.

-¿Deseaban causarse daño?

-Sí.

-¿No aceptan sus diferencias?

-No.

-¿Tienen intención de proseguir la reyerta en el futuro?

-Sí.

     Ambos se desvanecieron entonces en el acto y cuando despertaron yacían desnudos y esposados en el temido “Desierto de las Almas Equivocadas”. Su condena: vagar conjuntamente hasta encontrar la única salida que conducía al “Oasis de los Entes Acertados”.

Almasy©





"Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego."

Mahatma Gandhi




BSO LA NARANJA MECÁNICA: "Novena Sinfonía de Beethoven"


4 comentarios:

Kloud dijo...

Por desgracia las cosas funcionan asi en este mundo, la irracionalidad predomina ante muchas situaciones. Para mi las guerras no tienen sentido, total... luchar por una bandera o por un reino/nacion... PARA MI no significa nada, pero ya se sabe... cada persona es un mundo.

stargasm dijo...

Propongo el método Ludovico como asignatura obligatoria en preescolar.

Anónimo dijo...

Es más, si lo proponemos como obligatorio para la estimulación precoz en el útero materno, podríamos cerrar el círculo y crear un sistema perfectamente totalitario que consiguiera tener ciudadanos sometidos en vez de ciudadanos libres y responsables de sus actos, ¿os atrevéis a proponerlo?

Anónimo dijo...

Es la libertad del hombre la que le permite pelearse, odiar y ser odiado..pero también es la misma que le permite amar libremente y dar la vida por otra persona...¿quién dijo algo de libertad?
Necesitamos mirar más la expariencia y pensar menos,
Un abrazo y gracias porque siempre me hace pensar...
María

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