jueves, 15 de diciembre de 2011

181. Me quiero

Hoy me expongo ante ustedes desnudo y desarmado. Sin careta que me cubra el rostro, abierto en canal. Sin manto de ironías que me acojan y sirvan de parapeto. Sin lugar para los dobles sentidos ni para las socarronas chanzas con las que suelo presentarme en sociedad. Aterrizo con mi lado más humano, cándido y sincero, que lo tengo, despojado de todo aquello que habitualmente me sirve para disfrazarme del desencantado que nunca fui, que no soy, que jamás seré. Hoy llego enfervorecido, casi delirante incluso, azotado por un vendaval de saludable optimismo, con la firme intención de reivindicar todo aquello que no se puede comprar ni siquiera con todo el oro del mundo bien reunidito y reluciente. Para valorar esas pequeñas cosas que se convierten en momentos inolvidables. Esos que tatúan nuestra existencia, nuestra memoria, el camino recorrido. Desembarco para vivir con ustedes, durante las apenas cuatro decenas de líneas que pueda juntar en este escrito, el mejor momento del día.

Hoy necesito creer en que todo aquello que me enseñaron es cierto, que merece la pena, que me diferencia del resto. Es preciso que me quede claro que aquello que todos dicen que no sirve para nada, verdaderamente alimenta mi espíritu. Hoy necesito empaparme de buenas vibraciones, de anhelos legítimos, de valores de esos que pregonan que si rigiesen el mundo, otro gallo nos cantaría: recorrer mi senda con bondad, besar si otros labios me llaman para ser besados, llorar para permitir que el dolor abandone mi cuerpo y mi alma, gritar para aliviar la congoja que oprime mi pecho, encomendarme al Dios en el que quiero creer y no creo, luchar hasta la extenuación por ese sueño aparentemente inalcanzable.

Hoy me exijo volver a creer en la amistad, en el valor de un abrazo, en que mis pasos, aunque a veces se tornen lentos y pesados, dejan huellas imborrables, únicas, seguramente irrepetibles. Hoy no necesito tanto que me quieran como quererme yo. Me van a permitir incluso, en la jornada que nos ocupa, hasta me piropee y me diga “guapo”, “chulazo”, “bien parido”.

Hoy preciso liberarme del habitual sentimiento de culpa que acompaña todas y cada una de mis acciones. De las inseguridades, de los remordimientos con y sin sentido, de las incertidumbres que me aturden, de los fuegos fatuos en los que acostumbro a empantanarme, de los quebraderos con y sin fundamento, de los pequeños y de los grandes detalles que me quitan el sueño.

Hoy necesito volar, surcar los cielos a lomos de Fújur y recorrer la historia interminable que yo quiera escribir. Hoy necesito volver a creer en la poesía, en los cuentos infantiles, en los Reyes Magos y repetirme hasta la saciedad que todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario.

Hoy voy a empeñarme en resolver que merezco la pena tal y como soy, que no da igual si estoy o no estoy, que solo con mi presencia, apenas despierto cada mañana, este mundo es mejor mundo.

Almasy©


Chambao: "Hoy puede ser un gran día" (con permiso del maestro Serrat)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

CHULAZO, toda la razón sí señor.
bss navideños
Oyana

Gea dijo...

No sé si viene a cuento, pero me apetece regalarte un poema de Labordeta.
Para ti, que nos regalas cada semana una parte de tu vida, estas palabras:

SOMOS

Somos
como esos viejos árboles
batidos por el viento
que azota desde el mar.
Hemos
perdido compañeros,
paisajes y esperanzas
en nuestro caminar.
Vamos
hundiendo en las palabras
las huellas de los labios
para poder besar
tiempos futuros y anhelados,
de manos contra manos
izando la igualdad.
Somos como la humilde adoba
que cubre contra el tiempo
la sombra del hogar.
Hemos perdido nuestra historia,
canciones y caminos
en duro batallar.
Vamos a echar nuevas raices
por campos y veredas
para poder andar.
Somos
igual que nuestra tierrra
suaves como la arcilla
duros del roquedal.
Hemos
atravesado el tiempo
dejando en los secanos
nuestra lucha total.

J.A. Labordeta.

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