Recuerdo una ocasión en la que un buen amigo me pidió consejo para su primera visita oficial a casa de los suegros. Quise hacerle un asesoramiento cuasi profesional basado en mi propia experiencia y en la observación exhaustiva de los comportamientos de mis congéneres. Dividí así mi modus operandi, que a la postre iba a ser el suyo, en dos grandes apartados: la estampa estética con la que debía personarse y las conversaciones que tenía que promover y evitar durante el encuentro.
En primer término abordamos vestuario y complementos. Mi amigo porta habitualmente un par de pendientes, uno en la oreja de los de toda la vida, que tiene un pase, y otro en la napia rollo vinco. Ya saben, de esos que les ponen a los gochos para evitar que hocen. Yo le recomendé retirar al menos el del naso y él me contestó que nones, que su suegro tendría que aceptarle tal como era, sin prejuicios. Coincidí en que el hábito no hace al monje y hasta que las apariencias engañan, pero él se resistía a retirar el piercing en cuestión. Y vuelta la burra al trigo con lo de que él era así y que el suegro tendría que pasar por el aro. “Y pasará, y acabarás por restregarle el vinco por la jeta hasta el día del juicio”, acerté a aventurar, “pero no te engañes, el padre de la criatura ese día de primera toma de contacto agradecerá que el que se presente en sociedad como novio de su hija tenga la mayor cara de bobo posible. Una cara que denote ingenuidad, ternura y hasta pavisosez. Que sea mirarte a los ojos y pensar que tienes rostro de toli integral y que eres incapaz de beneficiarte lo más mínimo a la niña de sus ojos. Que desconoces el significado de la palabra magreo y que lo más lujurioso que se te puede pasar por la cabeza es mirarle los tobillos”.
En segundo término nos centramos en preparar el decisivo estadio de la conversación que se mantiene cuando llega el momento mesa y mantel. Para no meter la pata es imprescindible ser receptivo a las señales que se hayan podido recolectar antes se sentarse a engullir. “Por ejemplo, imagina que en el momento de las presentaciones, durante el tome señora suegra le he traído unas flores, tome señor suegro le he traído una botella de vino, detectas una escultura de bulto redondo consagrada a Francisco Franco en mitad de la salita de estar sobre un pedestal de mármol de Carrara con incrustaciones de oro y diamantes. Eso es una señal”. En este caso lo razonable sería poner pies en polvorosa, pero imaginemos que la chica merece la pena y que quieres aguantar el tirón del padre por muy facha que este sea. Entonces toca tragar saliva y seguir la corriente para sumar puntos. Que el suegro comenta: “Este Zapatero nos lleva a la ruina”; tú entonces respaldando con creces: “Esto con Franco no pasaba”; y él erre que erre: “Vamos, si es que mira uno las cifras de paro y te entran ganas de suicidarte”; y tú por el carril: “Esto con Franco no pasaba”; y la madre que llega con la tartera de albóndigas: “Siento deciros que me han quedado algo saladas”; y tú sin novedad en el frente: “Esto con Franco no pasaba”.
Almasy©
Quique González & Iván Ferreiro: "Vidas cruzadas"
6 comentarios:
Ese tipo de pirsin (propuesta de la RAE para el término inglés piercing) tampoco "pasaba con Franco", pero por suerte:
-Españoles, Franco ha muerto.
Buen fin de semana, Almasy.
Todo eso que tú dices, amigo Jaime, es muy bonito pero hay algo incontestable y que es:
"¡Ay pero qué bien hechas
que están las de derechas!"
Quien dijo lo anterior, fui yo, Mariano Aguirre, que no lo puse en el recuadro y no quiero que nadie piense que me avergüenzo de ser de derechas y además centralista.
Mariano
¿Y al revés? Yo pondría una cámara para ver tu cara cuando un pijo encorbatado te haga una visita y te diga que le encantan los tobillos de tu pelirroja. ¿Serás tú quien conteste?: esto con Franco no pasaba o algo similar. Tendrás que ensayar el momento y representar la mejor obra de tu vida.
Lo que es absolutamente cierto es que para un suegro dará lo mismo que en el primer encuentro con el novio de su hija aparezca por la puerta un autentico macarra o el mismísimo príncipe de Asturias. Para el no dejara de ser mas que una piltrafa energúmena que no piensa precisamente en mirarle a su princesa los tobillos...
Y ni Franco ni Zapatero, ni izquierdas ni derechas, simplemente hay que ver cuando han estado las cosas bien hechas.
Mira que no era mi intención que tiraseis por el tema político, pero es poneros la zanahoria aunque sea de refilón como pretexto y entrar voraces al trapo. Besazos en los rincones más insospechados.
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