jueves, 7 de octubre de 2010

133. Os jodéis


Escribo estas líneas tras soportar estoicamente y apelando a la paciencia que no tengo –los que me conocen saben que esta no se encuentra entre mis virtudes– a cuantos sujetos he tenido que escucharles en los últimos meses comentarios del tipo: “Ya era hora de que os bajasen el sueldo a los funcionarios”, “Vosotros no producís nada y encima os mantenemos”, “Sois unos privilegiados” o “Se os tenía que acabar el chollo alguna vez”.

Paradójicamente, los que se manifiestan en estos términos no son los que están padeciendo la cara más cruda y hostil de la presente crisis. Esos pobrecitos míos no tienen tiempo para desear el mal ajeno. Bastante tienen con emplearse a fondo para llegar a fin de mes y sacar su prole adelante. Concretamente a los que se les ocurren semejantes frescas son los mismos que en tiempos de vacas gordas me decían altivos cosas como “Por lo que tú ganas yo no me levanto ni de la cama” o “¡A los hijos de otros iba yo a aguantar!”. Los mismos que cuando yo me quedaba el fin de semana estudiando a base de echarle cafeína y dioptrías al asunto, presumían los lunes de los cubatas que se habían calzado en su farra de 72 horas sin interrupción. Los que cuando yo tiraba de suela de zapato y abono transporte para desplazarme ya conducían un Golf GTI y le regalaban a la chorba esclavas de oro grabadas.

Otros son los que amasaron pasta a manos llenas durante su etapa de exitosos empresarios autónomos. Aquellos que abrían y cerraban el negocio cuando les salía del cimbel y rechazaban encargos a discreción porque era trabajo lo que les sobraba. Esos que algunos meses no sabían ni en qué gastarse el parné que sumaban a sus cuentas corrientes.

Son también los que, cerriles hasta el infinito, no acaban de entender que joderle la vida a los funcionarios va a salpicarles de una forma que ni se imaginan. Pienso, por ejemplo, en el ámbito educativo, donde les aseguro a estos críticos gratuitos que sus hijos van a recibir a partir de ahora peor instrucción que hace unos años. ¿Por qué? Muy sencillo: a buen seguro se van a encontrar profesionales más cabreados y con ganas de devolver la afrenta al prójimo, pues es hasta cierto punto razonable que uno se enoje cuando en el mismo año te bajan el sueldo y te incrementan el horario laboral. ¿No querías caldo? Pues toma dos cazos. Además, queridos maldicientes, aun cuando los profesionales que les miento decidan no desmotivarse y tomarla con el alumnado, les aseguro que a partir de ahora sus retoños engrosarán aulas cada vez más pobladitas de personal. Donde antes cabían 30 lebreles, ahora metemos 38, que hay que ahorrar en profesores. ¡Sí señor, calidad educativa a diestro y siniestro! A este respecto, siempre que se mientan asuntos como el bilingüismo o la implantación de nuevas tecnologías, se me revuelven las tripas teniendo en cuenta las ratios que manejamos. Atufa a empezar la casa por el tejado, a dotar el inmueble con televisión vía satélite cuando lo que apuran son las goteras, a pedir un préstamo para irse de vacaciones.

A todos estos censores solía contestar inicialmente con la callada por respuesta, insistiéndome en acudir al no siempre reconfortante: “No ofende quien quiere sino quien puede”. Seguidamente, con el tiempo, acumulé la suficiente dosis de enojo y contrariedad para espetarles lo de “haber estudiado, las universidades están abiertas y a las oposiciones se puede presentar quien guste”. Posteriormente opté por tirar de guasa y sarcasmo para que cada vez que me venían con eso de “¡Cómo vives!”, devolverles un ácido “¡Cuatro que podemos!”. Pero todo tiene un límite, amigos, incluso una mente considerablemente formada como la mía a la que se le supone sobrada capacidad para pasar olímpicamente de comentarios con tan alto contenido de ignorancia y bajeza ética. Así, uno se cansa de soportar que otros anhelen tu mal para satisfacer su estúpido y envidioso consuelo. Muy español por otra parte eso de reivindicar el empeoramiento de las condiciones del prójimo en lugar de la mejora de las de uno mismo. Que me bajan el sueldo, pues que te lo bajen a ti también; que tengo pocas vacaciones, entonces que mermen las tuyas. Sí señor, conciencia de clase obrera de las que hacen época. Rematada por muchos cuando se lo increpas cabalmente con el manido “No te ofendas. Es mi opinión. Tú tendrás la tuya y la respeto, aunque no la comparto”. Ante lo que ya solo se me ocurre devolverles sentencias del tipo “Pues yo ni respeto tu opinión y ni te respeto a ti, así que cada uno por su lado y aquí paz y después gloria”. Es más, a partir de ahora se me antoja que a cuantos cuestionen mis condiciones laborales voy a replicarles como se merecen y/o parecen estar reclamando: ¿Qué os parezco un privilegiado? Os jodéis. ¿Qué pensáis que gano mucho y trabajo poco? Os jodéis. ¿Qué opináis que disfruto de muchas vacaciones? Os jodéis. En resumidas cuentas. Os jodéis.

Almasy©

CAMILO SESTO: "Vivir así es morir de amor"


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ole ole y ole. 100% contigo un Jaime cada vez más Almasy.
Hay que decir las cosas, los sentimientos de vez en cuando. Parece mentira que una por ser más educada y saberse con más razón tenga que callarse tanto y tener tanta santa paciencia, que es justamente lo que no tienen aquellos que insultan, gritan, y dicen tonterías sin parar. Y uno dice, bueno, si total es un analfabeto, no me voy a poner a su altura. Pero oye no, respetarse no es sólo autolimitarse sino también poner límites a las chorradas, las mentiras y las ofensas.
Me ha encantado lo de la envidia, eso de que la gente se queja si cobras más que ellos o se alegra si cobras menos, se puede ser más ruin.
No te disculpes por tus palabras (me ha parecido que lo hacías); si algunos hicieran más este ejercicio, los idiotas se callarían o pensarían antes de hablar.
abrazos abrazos
Oyana

Anónimo dijo...

A mi esto de contestar a aquellos que te hinchan las pelotas a fuerza de ser cansinos con comentarios ofensivos, hirientes y muchas veces, por no decir siempre, faltos del más mínimo conocimiento sobre aquello de lo que manifiestan su opinión, me parece correcto y productivo, fundamentalmente porque hay mucha gente cuya opinión es mejor que se la guarde. Pero la discreción desde luego no se encuentra entre las virtudes de la mayoría de los españoles. El mejor ejemplo nuestro último ex-presidente, sin duda alguna un auténtico figura. Además que cualquiera puede decir la mayor de las barbaridades porque como aquí nunca pasa nada y siempre se puede recurrir a esa coletilla que tanto gusta a Paco Garcia Caridad ( a modo de ejemplo recurrente de las últimas fechas): " Es mi opinión". Con esta frase ya queda todo justificado.
No obstante, la cuestión de los funcionarios en este país es digna de estudio, en unos sitios faltan, en otros sobran, muchos no dan un palo al agua, muchos otros tienen demasiado trabajo o no pueden hacerlo de forma correcta, algunos bichos raros intentan que los que no trabajan lo hagan y con ello, por supuesto se ponen a todos sus compañeros en contra.
Solución: ninguna. Estamos en España y aqui nadie se atreve a coger el toro por los cuernos y tomar decisiones porque esto implicaría la pérdida de popularidad, por un lado porque no se nos explican las cosas y por otro porque no las queremos entender. Lo importante es ganar las elecciones gobernar el tiempo que se pueda, llevarse lo que se pueda en todos los sentidos y que los problemas los solucione otros que yo ya me los encontré asi.
Ante todo esto pues solo hay un camino: Nos jodemos. Y más que nos vamos a joder cuando el estado de bienestar que se construyo en los 80 se termine de ir al garete, que va por el buen camino.
Lo más paradojico es que probablemente sea la esperanza quien termine de enterrarnos.
Feliz año a todos.

Anónimo dijo...

Por cierto, que se me olvido firmar el comentario anterior.
Feliz año a todos.
Tate.

Clara dijo...

¡Cuánta razón! Pero qué poca gana de ir dándola por ahí.
Lamento el mal de los otros (el paro). Y contribuyo obligadamente con el mío (la reducción de mi sueldo).
Pero me he propuesto no gastar energías en dar explicaciones. Las necesito para seguir y, si sobra alguna gotita, para mejorar. ¡Hala!

Anónimo dijo...

Como en muchas otras ocasiones estoy muy de acuerdo con mi amigo Jaime y mi amiga Clara. Además hace tiempo que decidí no darme por aludida, en todo caso me apunto a la respuesta del: ”Si señor, yo vivo muy bien.” Que generalmente tengo que dar a los mismos, que de forma más o menos generalizada, opinan de los albañiles que son gente bruta e ignorante, que si además son autónomos, entonces son chorizos y también les está muy bien empleado quedarse sin trabajo. Ya sabemos que mi querido marido pertenece a este segundo colectivo y entre sus muchos defectos yo os aseguro que no están incluidos estos que se mencionan.

Anónimo dijo...

¡Uy! ¡Qué cabreo te has pillado! ¿Tú crees que merece la pena? ¿No es bastante ya con que te bajen el sueldo para que encima vayas tomando en consideracón los comentarios de cada imbecil rebosante de hiel que te topes por el camino?
Creo que es mejor la actitud de Clara: Emplea tus energías en mejorar tu trabajo a pesar de todas las dificultades, que ahí es donde encontrarás tu compensación, que si no es económica (nadie se dedica a la enseñanza para hacerse rico, sí te hará sentir la satisfación de ir haciendo una buena siembra.
Un abrazo y mucha fuerza

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