viernes, 12 de diciembre de 2008

52. El pack completo

Estaba el otro jueves de cháchara con los amigotes al frescor de una cerveza cuando surgen en la conversación dos temas estrellas de la actualidad nacional: el aborto y la eutanasia. El caso es que todos los presentes expusieron su opinión al respecto y cuando llegó mi turno espeté un rotundo: “ni a favor ni en contra de la eutanasia y con dudas sobre el aborto”. La sentencia generó un silencio rápidamente disuelto por un par de mis interlocutores: “menudo conservador carca estás hecho, querido”. Entonces me encabroné. Y es que en este país en el que vivo y sobre el que me considero con derecho a opinar, sigue vigente de una u otra forma ese mito de las dos Españas que tomara especial cuerpo al hilo de nuestra guerra más incivil de cuantas hemos librado. Tal es así que continúo percibiendo dos grandes grupos de poder y pensamiento que llevan adscritos sendos packs completos e inamovibles de maneras de entender la realidad. Vamos, que no puedes sacar los pies del tiesto y optar por el siempre enriquecedor eclecticismo, pues lo único que se te permite es afiliarte a todos y cada uno de los preceptos cuasi bíblicos que profesan ambos grupos. Y uno que se niega se encuentra con que lo tildan de cínico, advenedizo, tibio, chaquetero, partidario del sol que más calienta y hasta tránsfuga. Ahí queda eso. Pero de lo que no se dan cuenta es que se están perdiendo la complejidad de los fenómenos y obviando que habitualmente las cosas no han sido casi nunca ni blancas ni negras, sino grises. ¡Pobres diablos! ¡Si supieran algo más de historia!

Reconozco, por ejemplo, que sobre el aborto voluntario – ni se me ocurre discutir un ápice los tres casos legales que se contemplan actualmente en España: violación de la mujer, peligro para la madre y riesgo de enfermedad grave para el bebé – no tengo una opinión absolutamente formada por varios motivos. En primer término porque no soy un experto con la capacidad necesaria para diferenciar dónde acaba el cigoto y empieza el feto, o por ponerme aristotélico, en qué momento la criatura deja de estar en potencia para tornarse en acto. Sí tengo más claro mi frontal rechazo a esas feministas de postal que ignoran la opinión de los varones reivindicando para este asunto el aclamado lema: “nosotras parimos, nosotras decidimos”, porque seguramente las que lo berrean son las mismas que luego instan al padre a implicarse en cuerpo y alma al cuidado de la criatura en los mismos términos que la madre. Aquí o jugamos todos o se rompe la baraja.

Lo que parece evidente es que si todos convenimos que tener un hijo debería ser el resultado de una decisión seria y meditada, su interrupción voluntaria, o sea el aborto, también debería cumplir este mínimo requisito. Es por ello que reclamo un estudio pormenorizado de cada caso a fin de minimizar las posibles decisiones equivocadas. En definitiva: que no me niego de plano a que se practique según qué circunstancias, pero tampoco es cuestión de equiparar un legrado con una extracción dentaria como parece que se plantea desde algunos foros, ¿verdad?

Por su parte la eutanasia es harina de otro costal, pues no implica decidir sobre la vida de un tercero, sino sobre la propia, así que si a uno se le pone en los cojones o en los ovarios quitarse de en medio, allá cada cual con su existencia, que para eso es suya. Ahora bien, esto tampoco significa que anhele con especial fruición la aniquilación de enfermos terminales, sino que me inclino porque cada cual resuelva sobre su propia vida como le venga en gana.

Lo dicho, damas y caballeros: ni a favor ni en contra de la eutanasia y con dudas sobre el aborto. Vamos, que no encajo.

Almasy©

Los Delinqüentes: "Nube de pegatina"

2 comentarios:

QMPilar dijo...

Según eso, yo tampoco encajo, porque estoy totalmente de acuerdo contigo. No sé si debiera preocuparme tanta afinidad en casi todos los asuntos, por suerte siempre surge alguna cosa en lo profesional, en la que no coincidimos, lo contrario sería terriblemente aburrido. Bss.

Anónimo dijo...

Dadas las circunstancias...¿quién quiere encajar?

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