jueves, 24 de diciembre de 2015

244. El montacargas


Caminaba despistado cuando le llamó la atención un anuncio: “Elevamos sueños”. Estaba decidido a continuar la marcha pero una extraña fuerza se apoderó de él. La frase no estaba dispuesta sobre una estructura especialmente grande, tampoco su iluminación era reseñable y su tipografía era perfectamente normal. No había nada excepcional en el anuncio y sin embargo había conseguido detener su azarosa actividad. Reparó por un instante en el local donde lucía e igualmente no encontró nada fuera de lo corriente. Un azulejado más bien discreto, dos cristaleras tras las que se extendían sendas cortinillas opacas y una portezuela de acceso en la que solo destacaba un picaporte con forma de montacargas antiguo. Nuevamente sintió un desconocido embrujo que parecía invitarle a ingresar en el establecimiento. Llamó tímidamente hasta que una voz interior respondió: “Pase, solo tiene que empujar la puerta”. Con cierto vértigo siguió las instrucciones y encaminó sus pasos hacia un mostrador tras el que parecía ocultarse un dependiente. La escasa luz apenas dejaba ver su aspecto, aunque la primera impresión es que se trataba de un hombre parapetado tras unas gigantescas gafas de pasta. No tenía la menor idea de por qué había entrado en aquel lugar pero cada vez estaba más seguro de haber hecho lo correcto.

-¿Los ha traído, verdad?- le preguntó como si hubiese estado esperando su visita toda una eternidad.

-¿Que si he traído qué?- respondió con torpeza.

-Sus sueños, hombre, sus sueños.

Almasy©


The Cramberries: "Dreams"


1 comentarios:

MARIBEL dijo...

Lo triste sería, no que no los hubiese llevado, sino que no los tuviera.
¡Ojalá sigamos conservando intactos nuestros sueños siempre!
Creo que sin nuevos proyectos y nuevos sueños, debe ser muy difícil vivir.

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