viernes, 4 de noviembre de 2011

175. Breve historia de la humanidad

Empezamos nuestro peregrinaje en este mundo sin complicarnos demasiado la vida. Cazábamos, recolectábamos y cuando se acababa la materia prima nos íbamos con la música a otra parte. El resto del tiempo tampoco habría mucho más que hacer. Supongo que velar por tu integridad y la de tu prole –lo cual no es moco de pavo– y, en ausencia de televisión, copular como primates y resolver los litigios a garrotazos limpios o sucios.

Un día nos pusimos a pensar, craso error, y se nos ocurrió hacernos agricultores y ganaderos. Nos dio entonces por sentar la cabeza y el culo y aparcar la mochila. Pasamos así de currar apenas unas horas, las que nos llevaba abatir la presa, despellejarla y metérnosla entre pecho y espalda, a estar todo el santo día pendientes de si la plantita germinaba y la vaca paría. Calidad de vida a tomar por culo. Eso sí, los más avispados se percataron que podían escaquearse de la jodienda de la labor haciendo creer al resto de los mortales que eran entes superiores. Era determinante para este fin acojonar al personal presentándose en sociedad con sobrenombres que llenasen la boca al pronunciarlos, entre los cuales se llevará la palma el de “Rey”. Si es que es mentar el vocablo en cuestión y entrarle a uno ganas de sentarse en un trono y ponerse a dar órdenes, ¿verdad? Comenzamos también a aglutinarnos, a poner la casa mona y a complicarnos la vida pensando en el más allá. Como si con el más acá no tuviésemos bastante. Hasta nos atrevimos a llamarnos civilizados, pese a que nunca dejábamos de guerrear salvajemente, e incluso los más presuntuosos osaron a denominarse imperios, que viene a ser como un reino pero a lo bruto. Algunos quisieron abarcar tanto que apretaron poco y terminaron por derrumbarse. Ley de vida, por otra parte, o más bien de gravedad: todo lo que sube, se acaba ahostiando.

Llegaron entonces los años bárbaros, que desconozco si fueron estupendos o no. Posteriormente algunos dijeron que fueron tiempos ni grandes ni chiquitos, sino medianos, y sobre todo oscuros, aunque seguramente no sería tan fiero el león como lo pintan. Vamos que digo yo que habría de todo, como en botica.

A continuación a no pocos nos entró la vena curiosa y procedimos a meter las narices donde no nos correspondía. Lo llamamos Descubrimiento con mayúscula, que sonaba más molón y hasta necesario, y para curarnos en salud dijimos que eran tiempos modernos. Con dos cojones. Empezamos eso sí a dejar a Dios un poco más quieto y a no mencionarlo hasta para explicar el porqué de la defecación. Vamos que se nos subió el ego tras descubrir que el pedazo de carne que somos también iba acompañado de una sesera curiosa que nos permitía explicar asuntos varios sin tirar de Creador indiscriminadamente. Además, comenzaron a ganar protagonismo unos señores muy finos que se llamaban burgueses, independientemente de si eran nacidos en Burgos o en Palencia. Decían que se oponían a los nobles y vendieron la moto de que cuando ellos ocupasen la cúspide de la pirámide las cosas irían mejor para todos. Incluso tildaron a sus revoluciones de “liberales”, lo cual, no me negarán, vendía mucho. De hecho, es hoy el día en que uno proclama que es “liberal” y mayoría absoluta al canto sin despeinarse el tupé. Luego resultó que eran los mismos perros con distintos collares. Con ellos llegaron los tiempos contemporáneos, que son los de ahora. Ya habíamos visto errores y aciertos del pasado; pero curiosamente seguimos errando. Y mira que Doña Ilustración aportó lo suyo para arreglar las tanganas razonando; pero nada, que resultó que habíamos aprendido poco o nada. ¿Se acuerdan de los garrotazos del principio? Pues vuelta la burra al trigo pero a lo grande, a lo mundial, con armas de destrucción masiva y el copón bendito. Era de las telecomunicaciones lo llamamos también. El problema es que nos lo hemos tomado tan a pecho que estamos tan pendientes de hablar con los que están lejos que no nos acordamos de hacerlo con los que están cerca.

Y en esas estamos, debatiéndonos entre si nos acabamos de desnucar entre nosotros de una vez por todas o la Madre Tierra, ahíta de soportarnos, nos liquida mandándonos media docena de tsunamis reventones que no dejen títere con cabeza. Ya veremos.

Almasy©

BSO La Historia Interminable


1 comentarios:

RoastBiff dijo...

No creo que sea verdad

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