sábado, 20 de junio de 2009

76. Miscelánea

Sigan así

Ayer mismo me disponía a cruzar una calle cuando el disco enrojeció y tuve que pararme unos instantes. A mi lado aterrizaron dos micos de unos 8 años con sus respectivas carteras dispuestos a ingresar en el cole. Me quedé atento escuchándolos, pues soy de esa clase de raros que disfrutan simplemente atendiendo a las conversaciones de los demás. Cuando me esperaba algo tipo “¿viste ayer los Pokemon?”, la niña se descolgó con un sorprendente “¿qué tal llevas el control de mates?” Joder, hacía que no oía una frase de ese calado. El chaval no eludió el envite y aclaró “creo que bien, aunque me sé mejor las natus”. Ahí ya me meé por la patilla. Dos churumbeles ajenos a la pubertad manejando información harto trascendental a las ocho y media de la mañana. El semáforo entonces tornó verde y como si de un ciclón se tratase, los dos imberbes emprendieron una veloz carrera al sprint que estuvo a punto de dar con sus huesos en el suelo. “¡Es perfecto!”, pensé. Saben conciliar absolutamente bien su sentido de la responsabilidad y su afán por disfrutar de la vida. ¡Qué fácil y qué difícil!, ¿verdad?

Se hace por bien pero está mal

Era tradición del conductor solidario el darle largas al coche que se encontraba en sentido contrario si metros antes había pasado junto a un control de la guardia civil. No sé qué reforma del código de circulación catalogó este hecho como susceptible de recibir una sanción. Sin embargo, en el pasado puente de mayo un piloto que manejaba un BMW de color blanco tuvo ese feliz detalle para conmigo. “¿Qué cojones te pasa?” fue mi primera reacción; hasta que un kilómetro después me topé con un coche de la Benemérita apostado tras un robusto chopo. “¡Qué gentil!”, corregí raudo y veloz. Sin embargo, volví a recular y a convencerme de que la señal luminosa en cuestión podía y debía ponerse en entredicho. “¿Y si soy un kamikaze sediento de estamparme contra el primero que pase?”, “¿Y si portó algún juguetito explosivo?”… “Vamos, ¿que quién te manda a ti, pedazo de mostrenco, ir dándole las largas a nadie?”

Quijote por un día

Se despertó sobresaltado. Había leído hasta tarde y el ejemplar de El Quijote todavía reposaba sobre su regazo. Cerró los ojos durante unos instantes y evocó a su protagonista. Durante unos segundos consiguió ponerse en la piel del hidalgo caballero manchego y se vio gritando “carne” frente a una multitud que furiosa berreaba “pescado”. Se imaginó sacando los pies del tiesto y aferrándose al sentido común en un mundo de leyes. “¿A qué se sentido común?”, se cuestionó. “¡Al mío, qué cojones, aunque solo sea por una vez!” Abrió los ojos y se inició en su rutina mañanera; pero el recuerdo del sueño seguía presente. Se enfundó su aburrido y gris traje de oficinista y le dio continuidad a la fantasía nocturna. Mientras paladeaba una revenida magdalena durante el desayuno anheló disfrutar de lo inservible, empaparse de lo que todos claman que no tiene futuro, regocijarse con lo que siempre le fue vetado. Con o sin escudero fiel se supo artista por un instante y decidió enfrentar esa jornada al tecnócrata que disfrazado de molino escondía a diario un fiero gigante. Se propuso perseguir paraísos perdidos, reinos sin reyes y Dulcineas de toda índole y condición. Ese día iba a ser Don Quijote.

Almasy©

The Contours: "Do you love me?"


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