miércoles, 5 de noviembre de 2008

47. ¿Por qué lo llaman Religión cuando quieren decir Iglesia?

No sé cómo he podido resistirme 46 entregas sin hablar ni de Religión ni de Iglesia, pero el caso es que lo he hecho. No obstante, a la 47 va la vencida. Y digo bien cuando me refiero a “religión” y a “iglesia” por separado, pues sendos asuntos distan un abismo entre sí a pesar de que frecuentemente los incluyamos dentro del mismo saco.

En principio la Religión no hace mal a nadie, motivo por el cual me considero absolutamente respetuoso para con los creyentes, de hecho, hasta los envidio porque en cierta medida los considero superiores espiritualmente a mí. Sin embargo, la Iglesia, creación humana para la institucionalización del hecho religioso, ha motivado algunos de los eventos más funestos de la historia. Resumiendo: que somos capaces de lo mejor y de lo peor, e igual nos da hoy por descubrir la penicilina que mañana quemamos a una recua de señoras acusadas de brujería en la plaza del pueblo.

No puedo platicarles del Islam porque sé cuatro cosas contadas y menos aún del Judaísmo porque sé tres; pero sí me atrevo con el Catolicismo puesto que para bien o para mal es la cultura que me ha tocado vivir. Y es que no nos engañemos: si hubiese nacido en Kabul estaría obligando a mi parienta a taparse hasta los pies sí o sí. ¡Bendito espacio-tiempo!

Del Catolicismo me llama especialmente la atención su manifiesta tendencia al politeísmo encubierto. Una buena muestra sería el asunto de la Trinidad, el cual sigo sin comprender pese haber reflexionado recurrentemente desde que se me mentara allá en mis tiempos de catequesis. De rapaz lo asimilaba con el 3 en 1 con el que engrasamos lo que chirría. De treintañero me suena perversamente a Trío y no puedo sino escandalizarme. Otra buena prueba del falso monoteísmo que profesamos sería la remesa de vírgenes y santos que adoramos. Para más inri – nunca más a huevo lo de inri – resulta que a cada uno le damos una función y una categoría jerarquizada que defendemos a capa y espada como si nos fuese la vida en ello. Sentencias como “Mi Virgen de los Remedios es mucho mejor que tu Moreneta, ¿dónde va a parar?” o “Mi San Pancracio es sin lugar a dudas más efectivo que tu Judas Tadeo”, dan buena fe de esta circunstancia.

Otro tema aledaño que no me resisto a comentar es la impartición de la religión en la escuela pública, cuestión en la que no puedo sino exculpar tanto a defensores como detractores, pues verdaderamente la responsable del entuerto es la Constitución de 1978. Tan aclamada y sin embargo tan necesitada de retoques en aspectos varios.

Y si no que me lo expliquen:

Artículo 16:

3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Entonces en qué quedamos, ¿somos laicos o confesionales? ¡La ambigüedad al poder señores! Por lo menos la Carta Magna de 1812, adalid del liberalismo, tuvo los santos cojones de pronunciarse clarito:

Artículo 12:

La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra.

Tampoco le faltaron redaños a la Ley Fundamental de 1931:

Artículo 3º:

El Estado español no tiene religión oficial.

Porque en cosas como esta se agradecen que nos hablen sin ambages ni fintas y, sobre todo sobre todo, que no lo llamen Religión cuando en realidad quieren decir Iglesia. Amén.


Almasy©


Michael Jackson: “Billie Jean”


4 comentarios:

Clara dijo...

¡¡¡UUUUUUUUUUUFFFFFFFFFFFFFFFF!!! A ver, una discrepancia: no sólo las iglesias son invenciones; yo he entendido, a la postre, que dioses y religiones también son constructos humanos, que tratan de aliviar los malestares y sobre todo los "maleseres". Y otra: "tener en cuenta las creencia" y "mantener las consiguientes relaciones de cooperación" no compromete a meter la religión católica en los centros, costearlo y hacer grupos y horarios en función de su presencia. Eso, presnecia, guste o no guste. Y encima van de víctimas perseguidas. Desespera. Pero en este país, no hay quién le ponga el cascabel al gato.

Almasy dijo...

Querida bitacorera, te respondo por partes:
1.-En ningún momento afirmo que la Religión no sea también una construcción humana.
2.-Alguno podrá entender, a tenor de nuestra Carta Magna, que no hay mejor forma de mantener una relación de cooperación estado-iglesia que convirtiendo a la religión en una materia de oferta obligatoria.

Lo dicho, me reafirmo: con la ley en la mano existen tantos argumentos a favor como en contra de su impartición.

Anónimo dijo...

Para mí lo más grave es que el estado financie a la Iglesia, una institución tan rica. Veo claro que hay que financiar la restauración de iglesias (ojo, no se por qué son de la Iglesia si se han hecho con el sudor de los españoles) por parte del estado, pero no lo demás. Quien quiera iglesia que se la pague.

Anónimo dijo...

Un poco light esta entrega sobre la iglesia

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