viernes, 8 de febrero de 2008

17. El síndrome de Ulises



(Estrés crónico que viene asociado a la problemática de los emigrantes al afincarse en una nueva residencia. El término surge de la Odisea de Homero para referirse a la añoranza sentida por Ulises durante el periplo que le apartó una década de su amada tierra de Ítaca).


Karim era incapaz de conciliar el sueño esa noche. No podía dejar de pensar en el momento de la partida. Le habían dicho que tuviera paciencia, pues había que esperar a que la mar estuviera revuelta. De este modo la patera sería más difícilmente localizable por los radares.
Había tomado la decisión hace algunas semanas, a pesar de los innumerables intentos de su esposa por disuadirle. No obstante, todos sabían que las cosas no marchaban bien. Cada vez le salían menos trabajos y Karim deseaba lo mejor para los suyos. “Será solo temporal”, pensó para sí. “Luego me traeré a la familia y cuando consigamos ahorrar lo suficiente volveremos para montar nuestro pequeño negocio”. “No te engañes”, le iluminaba su mujer. “¿A cuántos conoces que volvieran? ¿Sabes de alguna familia que no se rompiera definitivamente? ¿Qué piensas que encontrarás allí, el paraíso?”. Sin embargo, Karim pensaba que era la mejor decisión, tal vez la única.
Le habían dicho que no podía portar en la travesía más que un pequeño hatillo con sus enseres más personales. Karim solo tenía dos cosas de valor: la foto familiar que le había regalado aquel bizarro fotógrafo errante que un buen día apareció en la aldea y la camiseta de Ronaldinho que su prima Sula le había hecho llegar dos primaveras atrás.
De repente sonaron unos golpes secos en su maltrecha puerta. “Es la hora”, anunció una voz que Karim fue incapaz de reconocer fruto de la excitación que le invadía. Se levantó sigilosamente y amarró sus pertenencias. Intentó en vano no despertar a su mujer, pues ella tenía el sueño ligero. Se miraron un instante. Ella lo acarició al tiempo que se secaba torpemente la ingente cantidad de lágrimas que anegaban su rostro. Karim fue incapaz de devolverle la mirada, simplemente susurró un sincero “juro que volveré”.
Los viajeros fueron conducidos con los ojos vendados hasta un recóndito puerto donde los esperaba una ridícula embarcación. Karim había sido pescador y rápidamente entendió la locura que suponía tripular aquella nave. Cerró los ojos unos instantes, apretó los puños e intentó bloquear su mente. El resto de los nómadas no mutaba palabra alguna. Se limitaron a mirarse fugazmente. La travesía comenzó violentamente. Un golpe de mar a punto estuvo de mandar al traste la aventura apenas habían zarpado. El deseo de abandonar su hogar los mantuvo a flote. No obstante, el temporal empezó a arreciar con fuerza y el miedo se apoderó de los tripulantes. Un par de fuertes olas seguidas sacó a tres mujeres de la patera. Nadie hizo amago alguno por socorrerlas y en unos pocos segundos se perdieron en las agitadas aguas. Karim se aferró a su grueso clavo que sobresalía peligrosamente de estribor. En condiciones normales solo hubiera servido para reventar la mano de algún marinero despistado. Para Karim significó un bastión al que aferrar sus esperanzas. Súbitamente el temporal comenzó a amainar y entre los aventureros se escapó alguna tímida sonrisa de alivio. El viento se suavizó y la temperatura se tornó más cálida. Incluso la embarcación parecía un firme velero a punto de resultar vencedor en una regata. Se oyeron entonces las primeras palabras desde que salieron: “lo peor ya pasó”, alcanzó a escuchar Karim.
Repentinamente un fogonazo de luz los deslumbró acompañado de una punzante sirena. El viaje había terminado.
Al cabo de dos semanas Karim fue repatriado. Su esposa lo recibió con un tierno beso a caballo entre la desolación por la fallida empresa y la alegría por tenerlo de nuevo entre sus brazos. Después de todo Karim cumplió su promesa: había vuelto a casa.

Almasy©



AMISTADES PELIGROSAS: "Africanos en Madrid"

10 comentarios:

Anónimo dijo...

La huída de un hombre, con el fin de ayudar a su familia en un país extrangero, la dureza y los riesgos de la travesía y la frustración de no conseguir un sueño.Todo ello está presente día a día y muchas personas lo viven.
Buena esta entrega ,Jaime, y también dura, pero no más lejos de la realidad. Saludos.

Anónimo dijo...

Y pensar que centenares de personas han perdido la vida de esta forma tan trágica y solamente por intentar cumplir un sueño, buscar una vida mejor. Esa vida que todos nos merecemos pero no todos la tienen. ¿Por qué impedimos que esas personas logren lo que les pertenece?
Deberiamos pensar más en ello, solamente buscan una solucion a sus problemas, un futuro más prometedor a sus vidas, solamente quieren vivir. ¿Acaso tenemos el derecho de destruir sus sueños, de decidir su futuro y su vida?
Jaime gracias por esta entrega y recordarnos en que mundo vivimos

Anónimo dijo...

Fascinante relato que plasmas en esta bitácora y que está de rabiosa actualidad, al menos en nuestra querida España.
Gentes que inspirados en su razón de ser ,provenientes de otros continentes, se atreven a cruzar el charco buscando un trabajo que les pueda proporcionar un digno salario para conseguir un buen nivel de vida.
Han dejado todo en su país de origeny su objetivo está orientado a conseguir una cantidad de dinero que el día de mañana les permita ser emprendedores autónomos en sus respectivos países. El hombre de aquí, de acullá siempre busca los valoes eternos:dinero,alegría, disfrutar de la vida, vivirla intensamente y al mismo tiempo dejar algo para la generación que tú has creado

QMPilar dijo...

Es mucha la gente que "se embarca" en proyectos duros y arriesgados para ayudar a su familia, incluso han perdido la vida en ello, y no siempre subiendo a una patera, a veces incluso sin salir de su pueblo, pero este caso que tu describes con tanta maestría es sin duda de lo más impactante y sin duda el que más trasciende.
No me gustaría que esta elección argumentativa literaria fuese la punta del iceberg del estado pesimista del autor. Cuídate

Anónimo dijo...

Una realidad que nos está tocando vivir.Es un hecho que quisiéramos se resolviese en el lugar de origen, pero que no es factible debido a los regímenes políticos existentes.
Debemos luchar todos para que estas gentes no tengan que salir de su país, buscando lo esencial de la vida:poder comer sin pasar penurias.
¡Ojala que todo aquellos que se van, vuelvan pronto a su país de origen para abrazar con cariño a los suyos.

Clara dijo...

Gracias por los comentarios (también a ti, Jaime, por dar pie a ellos). Son un respiro en el agobio de estos días en los que se vocean exigencias para que no se oigan motivos, esperanzas, sueños y ... derecho a salir adelante.
Como tantas veces, defenciendo "valores bienpensantes" desde la estricta intransigencia (bien hipócrita, en muchos casos)

Anónimo dijo...

Desde nuestra acomodada vida, es casi imposible imaginar qué clase de miserable existencia llevarán para aventurarse a un mas que incierto viaje hacia países de los que desconocen absolutamente todo: lengua, forma de vida, leyes, gastronomía...
Y lo malo es que si no mueren en el intento, o la policía de costas no los localiza y los devuelve a su país, ¿qué clase de vida les espera aquí? Una manta y un montón de artículos ilegales para vender y pasar el resto de sus días huyendo de la policía...
No sé de donde arranca el problema, pero de lo que sí estoy segura es de algo se ha hecho extremadamente mal, y media humanidad lo está pagando. Un saludo.

julio dijo...

En nuestro país, ¿Quién no ha tenido algún familiar emigrante?

Os dejo estos enlaces, http://www.youtube.com/watch?v=PCmatuWPwqg

http://www.youtube.com/watch?v=JqT0cStQe70

julio dijo...

Los mismos enlaces del anterior pero ahora espero que bien.
El emigrante Juanito Valderrama

homenaje a la emigración

Anónimo dijo...

Bonita historia, aunque triste. Es la realidad de este mundo. Algunos llegan e intentan trabajar para ganarse la vida. Otros no lo consiguen.

En fin, un abrazo amigo.

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