jueves, 14 de febrero de 2008

18. Votar o no votar, esa es la cuestión




     Apenas a un mes de que se celebren las próximas elecciones generales seguramente más de uno habrá echado de menos un ápice más de contenido político en esta mi bitácora. Créanme que no han sido pocas las tentativas que he realizado en esta línea, pero mi mayor problema reside en que me aburre soberanamente la clase política actual y este hecho necesariamente conlleva mi incapacidad para reflexionar sobre la misma. Líbreme Dios, meigas y meigos, de ser de esos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero este que suscribe se ha acercado a otros momentos de nuestra historia y ha conocido la talla y el discurso de tantos eximios nombres que el panorama presente resulta desolador. Si me instan ustedes a precisar cronología me quedaría con el abanico de personalidades que poblaron el primer tercio del siglo XX: los Dato, Canalejas, Castelar, Azaña... No me llego a la Transición, pues han sido muchas las horas que he dedicado a su estudio y me sobrecoge la facilidad con la que hoy encumbramos a los Fraga, Carrillo, Suárez y González entre otros. Los dioses del Olimpo sabrán si tal Transición fue buena o simplemente salió bien, que también podría ser. ¡Cuánta hipocresía por ejemplo con la figura de Suárez! Elevado a los altares hoy, empujado a la dimisión anticipada en el 81. Se ha jugado tanto con su memoria que hoy el pobrecito mío, y de esto sí me compadezco, languidece aquejado por el Alzheimer, ¡qué triste paradoja! Me quedo pues con nuestra clase política desde principios del XX hasta la finalización de la Guerra Civil, matizando que de los miembros que la protagonizaron fundamentalmente me remito a su oratoria, su presencia escénica, su verbo. Déjenme que ignore en este escrito las implicaciones ideológicas que irían detrás de cada uno puesto que no es el objeto de esta reflexión.
     En cambio hoy me siento desairado con tanta pose y tanto mercadeo, hastiado del bipartidismo establecido y consentido, consternado con que el electorado español se haya habituado a castigar poco y mal. Siempre pongo a mis alumnos el mismo ejemplo: ¿sabían ustedes que el mismísimo Churchill, decisivo para la victoria británica en la IIGM, no fue reelegido en las primeras elecciones recién culminada la contienda? Eso sí que es saber decir: puede que seas un héroe nacional válido en tiempos de guerra, pero no te consideramos el más apto para tiempos de paz. Con dos cojones, que diría Reverte. Asimismo, me sobrecoge hasta la médula que dentro de esta sociedad harto competitiva en la que estamos sumidos, en la que te piden el graduado hasta para tirarte un cuesco, nuestros políticos adolezcan de una falta de preparación insultante. Me quedo por ejemplo con resaltar el magnífico dominio de los idiomas con el que nos han deleitado todos los presidentes de la Democracia.
     Y como no se trata de herir solo una sensibilidad me van a dejar ustedes que las hiera todas. Eso sí, aclaro por anticipado que no me mueve el simple anhelo de comportarme como un ciudadano tibio que no se alinea con nadie y prefiere criticarlo todo gratuitamente. Es más bien, ¿cómo les diría yo? Intentaré explicarlo con un ejemplo palmario: supongo que todos habéis pasado por la adolescencia, ¿verdad? (algunos ya hace más tiempo que otros, todo sea dicho). Pues bien, la clase política actual podría compararse a cuando tienes 15 años y tu madre te oferta para cenar entre pescado, fruta o verdura. “¡Joder mamá, que a mi edad se comen filetes con patatas fritas! ¡Menuda oferta culinaria me gastas, progenitora de mis entretelas!”
     Parece, en definitiva, que lo obligan a uno a no ser de nadie, situación que me enoja sobremanera, y si ustedes me dejan haré un sucinto repaso del panorama actual a fin de iluminar mi tesis:

-José Luis: actual presidente, cejas Citroën, talante sin talento, aburrido cual película francesa… ¡qué les voy a decir!, si cuando aludo a mis orígenes leoneses y me indican que los comparto con el actual presidente me cuido muy mucho de precisar que él donde nació realmente fue en Valladolid y no en León, cosa que por otro lado es verdad. Tan correcto, tan peripuesto, tan siglo XXI. ¡Qué añoranza sentimos los más cañeros de los momentazos Alfonso Guerra!

-Mariano: el gallego, que no es que te responda con una pregunta cuando se le cuestiona, ¡¿si solo fuera una?! Todavía me pregunto si le aqueja una verdadera dislalia o es realmente el bigote de Aznar el que se le atragantó ha mucho tiempo. Además, ahora Don Carnal y Doña Cuaresma le han dado un Carnaval que puede desembocar en gris ceniza y en entierro, a poder ser con sardina por eso de la conveniencia de ingerir pescado azul.

-Gaspar: no tiene ni a Melchor ni a Baltasar pero tiene a Rosa Aguilar, que no es poco, lo que pasa es que en cuanto sale de Córdoba deben darle cachetazos para que regrese a su Mezquita y no se meta en ríos que no sean el Guadalquivir. A todos los que nos va la marcha añoramos sobremanera a Anguita, que cuando no golpeaba con hoz lo hacía con martillo. ¡Qué tiempos aquellos! De Gaspar me pasma especialmente su verbo fácil y desabrido, muy en la línea de jugar en la elaboración de sus discursos a un recorta y pega con frases extraídas del Manifiesto Comunista, Alicia en el País de las Maravillas y/o Fray Perico y su Borrico.

-Los Nacionalismos: mira que no me gusta ser anti-nada, pero si me obligaran a elegir me inclinaría seguramente por ser anti-nacionalista. Sea del tipo que fuere: español, vasco, catalán, gallego o conquense si lo hubiera o hubiese. Bien nos lo pinten de verde o de amarillo, con bacalao al pil pil, pan tumaca o vieiras de Santiago (yo me quedo con estas últimas gastronómicamente hablando si me lo permiten), el nacionalismo se resume así: ¡yo soy yo porque soy distinto a ti, y ojo con arrimarte que te meto!

     Visto el panorama estoy desanimado, medio “atorrijao”, con la papeleta desdibujada y las hormonas reivindicativas adormiladas y he decidido que no puedo permitirme ni por un momento más seguir sumiéndome en la desesperación militante que me aqueja; por lo tanto, ¿qué les parece entonces si les insto a que me ayuden a dirimir si finalmente acudo a las urnas el citado 9 de marzo para que pueda elegir entre lo malo y lo peor? ¡Ya está el referéndum armado! Les propongo elaborar una entrega blog interactiva y dinámica en esta línea:

De aquí al 7 de marzo ruego me hagan llegar vía email (insisto, vía email y no comentario) argumentos que respondan a la siguiente estructura: DAME UNA BUENA RAZÓN PARA QUE VOTE Y OTRA PARA QUE NO LO HAGA EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES GENERALES. El citado 7 de marzo, tal vez el 8 por eso de respetar la jornada de reflexión, sopesaré los argumentos aportados (insisto mucho en que quiero una razón para el sí y otra para el no, aunque a priori solo se tengan argumentos a favor de una de las dos opciones). Os ruego originalidad por favor, no me jodáis con el manido: “si no votas no puedes quejarte”. Finalmente el día 9 publicaré mi decisión final amén de un recopilatorio de vuestros argumentos, lo que viene siendo un greatest hits, siempre respetando el anonimato de todos cuantos se animen a participar (os lo juro por los plásticos más duros).

Almasy©



GEORGES BRASSENS: "La mauvaise réputation"

8 comentarios:

julio dijo...

Por una parte
La importancia del voto,Alfonso Guerra en Móstoles

Por otra
Unos cumplen más, otros,....

Por último haz siempre lo que te de la gana

Anónimo dijo...

Blog casi perfecto acerca de tu sentir, no por la política, sino por los políticos que tenemos en nuestra democracia.Realmente apuntas y apuntas bien que ser socialista hoy día es sinónimo de capitalista puro y duro de favorecer a unas minorías, pero que perjudica de una manera fragrante a la clase media y media baja
Del partido de la oposición, uno no sabe si sube o baja, engendra siempre una incertidumbre a la hora de plasmar sus contenidos.
De los nacionalismos mejor no hablar porque tendríamos que ir a la época medieval para hablar de los distintos reinos con sus fronteras.Yo te aconsejo que al menos escribas algún blog más sobre este tema.Yo personalmente recomiendo que se piense antes de votar.Seamos maduros.Inés

Anónimo dijo...

¡Qué blog tan real! Haces una prosopografía del pueblo español, de sus políticos que sólo están ahí para conservar el puesto de trabajo y parecen Don Nadie.¿cuándo vamos a votar programas y no a personajes de pandereta?.Nuestra generación obligatoriamente tiene que olvidar tiempos pasados y vivir el pesente proyectado hacia el futuro.¿dónde está nuestro mayor poder adquisitivo?¿son iguales todas las comunidades?¿ dónde está la igualdad? y el ¿talante de ese personajillo de Valladolid? Realmente manifiestas en voz alta lo que muchos no se atreven a hacerlo ni siquiera en voz baja.






'

Anónimo dijo...

Está claro que nuestros políticos tienen poca valía. anónimo

Anónimo dijo...

¿Votar, no votar?.Respecto a tu blog,que me parece una plasmación de la realidad política que consumimos en nuestra España, me ha planteado un interrogante que aún no tiene respuesta adecuada, clara y evidente.
En cuanto a Zapatero poco puedo esperar porque han mentido un día sí y otro tambien,ha crispado el clima social, ha olvidado a las víctimas del terrorismo, ha apoyado al rico y ha desfavorecido al pobre
Es un político mediocre tirando a malo.¿Por qué la memoria histórica?¿Debido a lo de su abuelo?¿y a mí que me mataron, según le gusta a él decir los rojos, sin haber participado en la contienda?
En cuanto a Rajoy es una persona que como buen gallego no sabe uno si sube o baja, si va aresolver los problemas o los va a agrandar.
En cuanto a I.U.¿Para que queremos una dictadura de extrema izquierda basada en el marxismo?
En cuanto a los nacionalismos,deben tener presente que no sólo ellos tienen derecho a pedir su independencia,también hay otras 15 que tienen el mismo derecho.¿Nos vamos a los reinos de la Epoca Medival.Te animo a que sigas con este género.Anónimo

Anónimo dijo...

Os animo a expresar vuestros sentimientos políticos.Hay mucho miedo a expresar esas ideas que pertenecen al fuero interno, pero que no se quieren manifestar por el qué diran.José

Clara dijo...

Disciplinadamente, he enviado un correo al jefe de la bitácora. Entendí que era otra forma de participar y que, pasadas las elecciones, se desvelarían los misterios misteriosos. Aunque leo con interés lo que se animan a escribir otros. Me imagino que los anónimos lo son porque tecnológicamente están abocados a ello. Sí animo a defender la opinión con el nombre, con el discurso y ... con el voto.

Anónimo dijo...

Es ridículo no votar, mucha gente ha dado su vida o sus hijos para que sólo demos un pasito al colegio de al lado a echar un papelito, y en muchos países y culturas es su mayor sueño. Dicho eso, el autor no deja de tener razón en lo desesperante que es el panorama político actual.

Publicar un comentario