Siempre tiene que conformarse con contemplarla tras el cristal del escaparate. A veces ni siquiera eso. Los muchachos de los suburbios no son bien recibidos en los barrios comerciales y con frecuencia se les empuja para que no se paren delante de las tiendas.
La primera vez que la vio se le vino a la cabeza aquella excursión en la primaria al museo provincial. Se le hizo eterna. Sencillamente no pudo soportar el mero hecho de tener delante todas aquellas obras de arte parapetadas tras acristalamientos infinitos. Debería estar prohibido encerrar tanta belleza, secuestrarla de su estado natural: libre, salvaje, inconsciente, eterno y finito a un tiempo. Ningún pintor merecería tal reconocimiento si hubiera ideado una sola de sus obras para languidecer en jaulas.
Conocía de memoria cada trazo del "Se mira pero no se toca" de la entrada. Rotundo, sin ambages, ajeno a cualquier invitación amable. Por Navidades, cuando la clientela bullía amontonada por la tienda en busca de esos regalos de última hora, había llegado a colarse furtivamente en ella y aproximarse apenas a un metro. Se quedaba quieto mirándola, no mutaba palabra, apenas respiraba. Ni siquiera los gritos de los dependientes instándole a que abandonara el local conseguían que apartase la vista. La sentía tan cerca. Tan lejos.
Almasy©
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ANDRÉS SUÁREZ: "Te doy media noche"
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