Yo no
tengo una personalidad; yo soy un cóctel, un conglomerado, una manifestación de
personalidades. Yo no soy yo y mis circunstancias. Yo soy yo y mis
contradicciones. Muchas, sin duda. Tal vez demasiadas.
Los
lunes mi mano derecha desconoce los avatares de la izquierda y viceversa. De
hecho, me atrevería a afirmar que ambas piensan que soy manco de su contraria.
Los
martes soy ajeno al agua caliente y siento que jamás probé la fría. Me limito a
zambullirme en el agua tibia, poco profunda. Clara, aparentemente segura. Sin
alimañas ni recovecos a la vista.
Los
miércoles solo me da por arrimarme al sol que más calienta. Y lo exprimo. Hasta
el último rayo. Y entonces cambio de sol. Asumo sin complejos pero también sin
orgullos innecesarios que soy un ser despreciable. Interesado. Egoísta. Sin
principios. Sin valores. No conozco la moral. No conozco la ética. No abrazo
ideología alguna. O mejor: las abrazo todas y ninguna a un tiempo. Entiendo
perfectamente el rechazo que genero. Comprendo que se me deteste, que se
insista en mantenerme alejado.
Los
jueves son para la poesía. La escribo, la canto, la bailo, la dibujo y hasta la
moldeo. La saco a pasear y dejo que se impregne por cada esquina. La engullo
masticándola despacito. Saboreando cada verso como si fuera el último. Me
gustan especialmente los versos que me repiten. Aquellos que regurgitan toda la
tarde hasta quemarme la garganta.
Los
viernes ni siento ni padezco. Languidezco. Vago triste. Vago solo. Respiro a
base de desalientos y me torturo repitiéndome que soy el resultado de un cúmulo
de traiciones, fracasos, infortunios, desamores y mentiras. Apenas hacen acto
de presencia las lágrimas, eso sí. Fueron tantas que ya quedan pocas y deciden
reservarse para las grandes ocasiones.
Los
sábados bebo tus vientos en copa de cristal de Bohemia. Sí, sí, los tuyos. No mires para otro lado, morenita.
Sí, tú, la del cabello ondulado a la que se le entrecorta el saludo cada vez
que me ve. Tú te entrecortas. Yo me entrecorto. Nosotros nos entrecortamos. ¡Pena haya solo un sábado a la semana!
Los
domingos me como el mundo. Literal. En apenas un instante me bullen los
proyectos. Encajo piezas. Lidero hordas que me aclaman. Subo, bajo. Maquino,
construyo, derribo y vuelvo a maquinar. Ahora aquí, al minuto allí no sin antes
pasar por acá, por allá, por quién sabe dónde. Ego.
ADELLE: "Hello"
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