lunes, 23 de noviembre de 2020

276. Huecos

Primero llegaron las pantallas y los hombres se olvidaron de mirarse a los ojos. Luego aterrizaron las máscaras y los hombres perdieron también sus facciones. Y sus voces se apagaron. Y los interlocutores preguntaban “¿Qué? ¿Cómo dices? ¿Puedes repetir? No te entiendo”. Y los ojos buscaban ojos aclaradores para hallar respuestas. Y entonces los hombres se dieron cuenta de que si miraban las pantallas los ojos no se encontraban. Y entendieron que para escuchar las voces de los otros necesitaban silencio, pausa, atención. Recordar los contornos de los labios y visualizar su articulación. Evocar gargantas, paladares, lenguas. E imaginar que para que no saliésemos corriendo de miedo y estupefacción entre ojos y boca debería discurrir un tabique nasal aguileño, o romo, o chato, o puntiagudo para que todo cuadrase. Y volviésemos a ver humanos con rostros completos capaces de reconocerse y con la firme intención de contarse cosas. 

Almasy®️


COLDPLAY: “The Scientist”


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