Con evidente cansancio dejó apoyado su bastón junto a las escaleras que
daban acceso al desván y tomó aire. Llevaría no menos de veinte años sin subir
allí. Con paso desigual ascendió cada uno de los peldaños hasta llegar a la
trampilla. Dispuso las palmas de las manos sobre esta y la deslizó hacia
arriba. A punto estuvo de caerse cuando una nube de polvo aterrizó en su
rostro. Sin embargo, consiguió cerrar los ojos y resistir el envite. Lentamente accedió a
un habitáculo en el que reinaba la oscuridad. Solo a unos cuatro metros de
distancia se adivinaban una especie de hojas de madera que parecían cobijar un
ventanuco. Casi a tientas llegó hasta ellas y las abrió con dificultad. Fue
entonces un haz de luz el que volvió a incomodar su visión. Liberado de las
tinieblas echó un vistazo general y descubrió multitud de objetos que le traían
grandes recuerdos. Empero, una pequeña maleta de apenas dos cuartas de longitud
cautivó su atención. Se acercó hasta ella titubeante y se arrodilló con
parsimonia hasta que asió con sendas manos sus dos hebillas
oxidadas. Suavemente las liberó de sus correas de cuero ennegrecido y levantó
la tapa. Esbozó una sonrisa inquieta y con sumo cuidado paseó sus manos por el
interior. Su primera parada fue una deshilachada peluca que se llevó hasta
tapar su despoblada cabellera. A continuación reparó en su vieja narizota roja
de látex. Todavía conservaba una casi imperceptible goma que apenas incomodó
sus orejas. Seguidamente tomó el lápiz de labios y el diminuto estuche de maquillaje.
Con asombro descubrió que retenían aquellos vivos colores de las grandes noches.
Por último, cogió su eterno espejo de mano y al tiempo que se incorporaba sintió el enérgico bombeo de su corazón.
Almasy©
Alegría (Circo del Sol)
3 comentarios:
Me ha encantando este precioso relato.
Gea
Muy bonito. Lo que no entiendo muy bien es el título.
Maribel, "la habitación de la infancia" es un ejercicio de pantomima en el que el actor ingresa en una habitación y rememora su pasado. Almasy.
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