sábado, 31 de enero de 2015

230. Yo soy esa


Ingresó en la estancia con sus habituales gafas oscuras. Con cierto desaire se zafó de su abrigo de visón marrón. Antes de tomar asiento aplicó dos sonoros manotazos sobre su mono naranja para despojarse de algunos restos de grasa. Esa semana estaba destinada en el taller y pese a que el capataz apenas le encargaba poco más que trasladar un destornillador del panel de herramientas a la mesa de trabajo, siempre se manchaba. Al otro lado de la mesa estaban su abogado, su hijo y su representante. Los únicos hombres de su vida en estos momentos. No había nada nuevo relativo a su causa y sin embargo no faltaban una sola semana a la cita. Divisó una docena de fotografías suyas sobre la mesa junto a un rotulador. Casi instintivamente procedió a firmar autógrafos.

-¿Cómo dices que se llamaba la mujer del alcaide?
-Sonsoles, se llama Sonsoles.

A continuación manipuló nerviosa el rostro del Santísimo Cristo de las Tres Caídas que colgaba de su cuello. No se separó de él en toda la conversación.

-Si en los próximos tres meses no hay novedades nos va a tocar vender “Cantora” para seguir adelante.

El Cristo paró en seco su baile y los quilates que lo componían tornaron en auténticas lágrimas a la vista de todos.

-Tranquila mamá, no lloréis, os sacaré adelante con mi trabajo.

Almasy©


ISABEL PANTOJA: "Hoy quiero confesarme"

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