Es triste, pero cuando voy al supermercado los tomates ya no me miran con la frescura de otro tiempo. Tampoco me hablan, y el caso es que respetaría que lo hicieran en una lengua desconocida para mí, pero lo cierto es que no mutan palabra. Ya no me piden que los embolse con mimo, como antaño, cuando los más maduros me insistían en que corrían peligro. Ahora sencillamente lucen brillantes pero fríos. Todo el año, un mes detrás de otro, desoyendo a las estaciones. Está visto que los tomates de ahora no son como los de antes.
Almasy©
AMARAL: "Llévame muy lejos"
1 comentarios:
Y tan micro, oiga; yo diría, más bien, nanorelatos.
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